Sin rumbo

Hace tiempo que el Gobierno de Aragón anda sin fuelle, neutro, anodino, dando la apariencia de falta de proyecto político, como si se hubiera agotado un ciclo.

Hace tiempo que el Gobierno de Aragón anda sin fuelle, neutro, anodino, dando la apariencia de falta de proyecto político, como si se hubiera agotado un ciclo.

Unos opinan, que esta situación es como consecuencia de que Marcelino Iglesias anunciara que no volvería a presentarse como candidato a la DGA (quizá tomó esa decisión, sabedor de que se llegaba al final de un ciclo político).

Pero la realidad es que este gobierno hace ya tiempo que padece esta parálisis.

Personalmente creo que la padece desde hace ya unos años, desde que Zaragoza se aupó con la nominación como sede de la Exposición Internacional, lo que hizo que el Gobierno siguiera la estela del Ayuntamiento de Zaragoza y haya vivido a expensas de ese gran acontecimiento, tal ha sido su dependencia y acomodamiento, que Aragón lleva dos años con un gobierno técnicamente K.O.

Al Gobierno de Aragón le falta tensión política, objetivos claros, tomar la iniciativa, en definitiva, carece de un proyecto político global.

Ahora parece, que tras el verano asistiremos a una remodelación completa del ejecutivo (quizás tardía, aunque más vale tarde que nunca). ¿Será suficiente para afrontar los casi dos años que quedan de legislatura? Será cuando menos difícil.

Otra de las razones que ha hecho que llegáramos a esta situación, además de la anteriormente citada de ir a remolque de los logros del Ayuntamiento de Zaragoza, ha sido la existencia de dos auténticos gobiernos en el seno del propio ejecutivo claramente diferenciados, dos gobiernos que no se responsabilizan el uno de lo que realiza el otro, dos gobiernos no cohesionados, como se ha demostrado últimamente en varias ocasiones. Dos gobiernos, uno del PSOE y otro del PAR, cada uno en sus parcelas (consejerías), donde en los últimos tiempos ni Marcelino ni Biel han sido capaces de cohesionar, recordemos los casos de las ayudas a la venta de automóviles, Ley de Coordinación de Policías Locales, Ley de Lenguas, Ley Dependencia, Gran Scala, etc.

A todo ello hay que sumar los escándalos acaecidos en La Muela, Herrera de los Navarros, Asael, etc. Escándalos que han golpeado de lleno a uno de los partidos de la coalición de Gobierno, el PAR.

Estos escándalos están originando una profunda tensión interna en el PAR y desconocemos que alcance tendrán en el electorado. Pero no dudemos que todo ello ha mermado la credibilidad no sólo del PAR, si no del Gobierno de Aragón y que por supuesto ese coste electoral también pasará factura al PSOE, pues como he dicho antes, comparte proyecto político con el PAR en el Gobierno de Aragón, lo que le hace coparticipe de estos hechos de cara a la ciudadanía.

El PSOE siempre contó con otras opciones para conformar un gobierno en mayoría, no sólo en esta última legislatura si no también en las anteriores, en cambio siempre eligió al PAR (un partido que lleva 30 años formando parte de los sucesivos Gobiernos de Aragón, que nunca ha estado en la oposición, con lo que ello suele conllevar siempre), lo que ha originado gobiernos light en lo referente a las áreas que ostenta el PSOE, lo que ha originado gobiernos tecnócratas, pragmáticos, carentes de ideología alguna, en definitiva gobiernos neutros, grises, que si bien pudieron ser positivos en un primer momento para apaciguar la tensión política existente en la comunidad tras el famoso “gomarcazo”, sí que ha sido posteriormente un freno en temas tan importantes como la financiación, reforma estatutaria, devolución de los bienes, infraestructuras, obras hidráulicas, etc.

Esperemos que una remodelación del gobierno sea positiva; pero lo que ya no tengo tan claro que sea suficiente.

Todo este periodo de parálisis y todos los hechos que han ido surgiendo han desgastado profundamente al gobierno, además del coste electoral que conlleva, que quizás alcance más al PSOE que al propio PAR.