Opinión

Mi memoria de las fiestas del Barrio Jesús

Si tengo que hacer un texto personal sobre las fiestas de mi barrio que se recuperan tras dos años, debo empezar reconociendo que al cambiar de amigos en el Instituto disfruté mucho más de las Cincomarzadas y bailes en el parque del Tío Jorge y de las muy ricas en actividades Fiestas del Arrabal de San Gregorio.

Y las sentía como decaídas, superadas, religiosas y no populares. Me influyó posiblemente vivir en la avenida de Cataluña, en que la salida natural era cruzar el Ebro para ir a todo a Zaragoza.

Cuando yo era adolescente no se había demolido ni siquiera el galpón de ladrillo gemelo al edificio de la Estación del Norte pero menos historiado. Entre los dos sujetaban la emocionante pero peligrosa por falta de mantenimiento bóveda de cristal que tanto me gustaba.

Atrás quedaron los tiempos de su uso como puerto seco, donde arribaban por trenes verde caqui los camiones militares y tanques que tenían en un estado calamitoso el firme de la Avenida San Juan de la Peña, el autobús 35 esquivando agujeros como de meteorito.

Después se hizo el apartadero de la Academia, se reformó con muy buen gusto por el Ayuntamiento de Sainz de Baranda (chunda, chunda, sube la banda…) dejando jardines de cedros y cipreses irregulares entre varios carriles, protegiendo el pino centenario, disimulando las entradas de Hierros Alfonso y la papelera Saica.

Yo y tantos jesusos pasábamos al distrito 15 por su orgullo de ciudad distinta, haber reivindicado y obtenido la primera biblioteca de la Margen Izquierda, a los actos del centro cívico “La Dalla” y a los pubs de Pano y Ruata cruzando las vías en el espacio que dejaban los vagones de mercancías. Era un parque temático yonki.

Así que me considero marginado de izquierdas en sentido amplio, lo demuestra que si algo he llegado a votar siempre he perdido.

Luego en la cicatriz férrea del territorio comanche abrió la Delegación de Hacienda, se dizque urbanizó el entorno de la Estación del Norte, se reformó su edificio principal y se convirtió en la Alcaldía del Distrito 14 de forma emocionante, sí, pero perdiendo su carácter histórico.

Hoy el Barrio Jesús es un paraíso del urbanismo, se ha llenado de nuevos y excelentes edificios, convertido su antes sucia en una utilizada ribera sin colectores vertiendo mierda, llena de veladores demasiado chic que usa toda Zaragoza.

Ahora es casi un barrio marítimo como lo es Poblenou en Barcelona.

Han sido rehabilitadas con éxito la calle y plaza Jesús, la biblioteca Cubit y la Casa Solans son las guindas de un pastel dulce, se han instalado circos y restaurantes de casi estrella Michelin en Santiago Lapuente que parece una calle de París gracias a todos nosotros, y otros con tapas, vino y ambiente impresionantes. Exportamos modelo de ciudad… (antes fue el Barrio Jesús y después la reforma de la calle Predicadores o Latassa, nos podemos morir de éxito).

Todo ha supuesto que hayan reverdecido carnicerías de alta gama y los bares en que nuestros padres echaban vinos y fumaban que se podía cortar el aire de la niebla del Habanos.

Aquel barrio de curtidores, con olor a piel de vaca, que sacaba a San Antonio en andas con toque procesional único en Zaragoza, en el que se hacían bailes en la plaza Jesús en que si querías conocías por primera vez a las hermanas de tus compañeros de colegio de EGB solamente masculino, ha dado paso al mismo pero otro al revés que yo, sin ninguna cana, con el gimnasio con mayor lista de espera de Zaragoza, bailes y teatro en los nuevos jardines pero participación e integración difícil por pendiente de los nuevos vecinos, un porcentaje enorme de los cuales lleva a sus hijos a colegios privados fuera de.

Tenemos un Brooklyn emergente al que habría que rebozar en pasodobles y la música de los Chichos, que eran las señas de identidad de un barrio industrial y ferroviario. Con tantos ribazos, que se exportaban regaliz de palo, macarras y emociones.

No es eso lo que se oye, ni lo que se ve, ni se vota lo mismo.

Aquellos descampados de Cluzasa de ir a jugar a béisbol con estacas con clavos hoy son el eje nuevo del barrio, el Paseo Longares, que ha costado pero ya no parece solo un clon de una avenida del Polígono Universidad cicatrizando el barrio original, en que quedan casas, edificios modernistas y bloques largos de edificios de tres plantas con chapas de protección oficial de los años 40.

Habría que darle una vuelta a todo esto y me consta que se le está dando. Conservando al colegio franciscano como corazón y alma del conjunto y a la Estación del Norte como frontera amable y acogedora.

Pero no es verdad que no haya gente irreemplazable, Ramón María Cobo Guzmán… Hijo adoptivo del Barrio Jesús, llegado a Las Palmas para esparcir glamour de alma.