La adolescencia es una etapa de la vida bastante complicada tanto para los propios jóvenes como para la familia cercana a ellos. La actitud de rebeldía está presente en todo momento y son muchos los que se van de casa a causa de alguna situación tensa con los padres.
Por un lado, lo normal en estos casos es que os alegréis por la vuelta de vuestra hija, dejando a un lado la impotencia que debéis sentir ahora. Si bien es cierto, os debéis una conversación para que os de explicaciones y convenir una serie de pautas para que vuelva a casa de una manera consciente y hacia una convivencia saludable para todos. Es importante en esa conversación de que os aseguréis que se encuentra bien a nivel emocional y, en caso negativo, valorar la necesidad de buscar ayuda en un profesional de la salud.
En función de lo que haya ocurrido en estos dos años y la actitud con la que veáis ahora a vuestra hija, tendréis que valorar si realmente merece la pena intentar de nuevo una convivencia. No descartéis que este hecho haya podido ayudar a mejorar y reforzar la relación familiar.
Mi consejo: Aunque ver marchar a un hijo de casa puede ser emocionalmente muy duro, a la larga también puede conllevar consecuencias positivas, por lo que merece la pena valorar segundas oportunidades.
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