Opinión

La culpa es del chachachá

Dentro de los países desarrollados, España ocupa el primer puesto en el ranking de miseria, según se desprende del índice que, a tal efecto, está establecido. España, por tanto, adolece inconcusamente de altos niveles de desempleo y de inflación. El gobierno de Sánchez, con la anuencia de la caterva separatista y proetarra, ha llevado a la debacle al conjunto de la nación, incrementando el déficit público, el IPC, la deuda pública y el paro. El pulso para medir la estanflación, es decir, la suma de la tasa de inflación y de desempleo, nos informa hoy por hoy que, dentro de la OCDE, España es la más pobre.

A pesar de la realidad de los hechos, de los datos estadísticos y de los análisis más evidentes, Sánchez sonríe, Sánchez adultera la verdad, Sánchez promete y no cumple y, sobre todo, vierte la culpa del escenario vigente a cualquier ente, persona o situación con tal de exonerar su maltrecha gestión gubernamental. Lo que hoy se dice, se desdice mañana. Lo que hoy se prevé, mañana se desborda. Al parecer, la desesperación de los ciudadanos por llegar a fin de mes y por cumplir con sus ahogamientos fiscales le debe patinar por la canalera de su impasible indiferencia.

La reciente reforma laboral, esa que la luchadora por la precariedad Yolanda Díaz nos ha vendido como la de la recuperación del empleo, está llena de trampas por ser artificiosa, dado que comprime el mercado laboral hasta su asfixia material. No bastan los falsos disimulos de Escrivá, de Sánchez y del Yolandismo más progre para impedir que España sea el país de la Unión Europea y de la Eurozona con más tasa de desempleo, la más elevada de todo el círculo comunitario. ¿Por qué será?

Ante este desastre tanto político como económico al que socialistas, comunistas, separatistas y toda suerte de “enemigos” de España nos han querido llevar, Sánchez aún pretende trivializar todavía más este deleznable escenario, ofendiendo a la ciudadanía con la LOMLOE (Ley Celaá de educación) y sus modificaciones. Tal es así que ahora los alumnos estudiarán Economía y Emprendimiento, donde el término inflación desaparece. Las pruebas de recuperación son eliminadas. Se estudiarán asignaturas como Matemáticas con perspectiva de género y la novedosa de seres animales sintientes, aderezado todo ello con una buena dosis de adoctrinamiento donde al parecer “pagar impuestos contribuye al bienestar social”, sin especificar si al del pueblo español o al de los estómagos agradecidos de sus señorías.

Navegar políticamente hablando con viento de botalones, favorece la gestión de los gobernantes sin apenas esfuerzo, basta rodearse de un grupúsculo de técnicos competentes. Ahora bien, donde realmente se demuestra el talante e integridad de quienes han optado por dirigir los designios de las diferentes Administraciones Públicas, es cuando el viento de bolina arrecia la adversidad. En tiempos de bonanza, hacer uso del dinero público (el que no es de nadie según gerifaltes del PSOE) es pan comido. Sin embargo, cuando emergen los reveses, estos son los mismos que justifican la pésima gestión de quien gobierna librándole de toda culpa. ¡Increíble pero cierto!

En esta coyuntura, que viene ya de lejos, Sánchez pide a la oposición apoyo, aplausos y beneplácito. Es claro que esta conducta es fruto de la arrogancia y de la soberbia de quien solamente atiende a su propio beneficio. Además, la falta de proyectos para aplacar y mitigar la dramática situación en la que nos encontramos inmersos, hace más agónico el tránsito ordinario. Según el gobierno, el catastrófico ambiente político, económico y social reinante obedece, entre otros, al volcán de la Palma (culposa naturaleza), a la pandemia (culposos virus), al bajo índice de natalidad (fomento indiscriminado del aborto), al cambio climático (cómo no) o a la guerra entre Rusia y Ucrania (un coladero de irresponsabilidades). Incluso a que, en las elecciones generales, no obtienen los votos suficientes (culposo electorado) para gobernar sin presiones. Obsérvese que los dos grandes partidos políticos como son PP y PSOE, cuando gozaban de mayorías absolutas, ninguno cambió la Ley Electoral para que esas minorías no chantajearan a las facciones más votadas. ¿Será casualidad?

Con todo, a Sánchez le sobra el dinero público para amamantar a una ingente retahíla de asesores, para dar de comer a un número considerable de ministerios, para otorgar subvenciones a entidades que ni se sabe bien que apoyan, para despilfarrar en desplazamientos quizá innecesarios, y para cuantiosos asuntos más. Pero ni él ni su gobierno son responsables de la calamitosa situación española. ¡Qué país!

Y, es más, ni siquiera se puede apartar a Sánchez del poder porque no hay consenso político para una moción de censura viable. ¡Qué vergüenza de representantes del pueblo español! Menos mal que, tras el último Congreso extraordinario del PP, el Sr. Feijóo, ávido de proyectos egocéntricamente de partido y huérfano de proyecto común para España, igual hasta estrecha lazos con Sánchez y con suerte nos hunden todavía más de lo que ya estamos, pues es evidente, y a las pruebas me remito, que lo que tristemente el PSOE afirma, el PP sumisamente lo confirma. Lo dicho: ¡la culpa es del chachachá!