¿Ovejas o lobos?

Está en nuestra condición humana pertenecer a un rebaño o a una manada. Desde que tenemos uso de razón tomamos decisiones que inclinan la balanza hacia uno de los lados. ¿Lobos u ovejas? ¿Verdugos o víctimas? A todos nos gustaría acabar con las guerras, la violencia de género, corrupción, bullying, abusos sexuales, pandillas juveniles… Pero a la hora de la verdad, se mira hacia otro lado para evitar problemas. Sólo a veces, algunas ovejas descarriadas se arman de valor (o de inconsciencia), pero no es lo habitual y por eso suelen ser noticia. Evidentemente, hay muchas más ovejas que lobos, son la carne de cañón en todos los conflictos, las primeras en caer, el rebaño resignado que obedece órdenes sin rechistar. Mientras, la manada de lobos permanecerá segura en la guarida protegiendo a sus lobeznos. Cuando pase el peligro, saldrán como carroñeros a recoger sus medallas. Todavía estamos a tiempo de cambiar las cosas, que cada oveja sea libre y paste a sus anchas; con pensamiento crítico, sin dogmas ni líderes. Aunque hay un problema: cuando en una fila de 100 “ovejas” se dice que den un paso al frente las que tengan madera de líder, nadie dará un paso adelante, pero 99 retrocederán un paso. Por eso, lobos y ovejas somos culpables, porque entre todos creamos los monstruos. Deberíamos analizar con detenimiento las consignas y dudar de todo (incluso de esta carta). Sólo es la opinión de una simple oveja que sueña con salirse del rebaño. Rafa Zamora Sancho