Juicio al crimen del Badoo: "Lo mantuvieron dos días moribundo y después lo enterraron con vida"

Los dos acusados han escuchado esta mañana la declaración de los agentes de la UCO // Foto: Laura Trives
photo_camera Los dos acusados han escuchado esta mañana la declaración de los agentes de la UCO // Foto: Laura Trives
Los agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil de Madrid acudieron a la comarca de la Ribera Alta del Ebro en el verano del 2019 a hacerse cargo de tres violentos robos con un modus operandi idéntico y que uno de ellos había terminado con un muerto enterrado en un paraje de Pedrola. Cuanto más avanzaba la investigación, más se acorralaba a Hedangeline Candy y a Mohammed Achraf como responsables de estos delitos. “La escalada de la violencia llegó a su máxima culminación. Agredir salvajemente a este señor, mantenerlo dos días moribundo y después aún con vida enterrarlo”, ha llegado a explicar un agente ante el juez esta mañana. Durante el interrogatorio de los acusados que se celebró ayer, Candy declaró que ella fue otra víctima de Achraf y que cambió su vida "perfectamente normal" con él con la llegada de dos dominicanos a la nave de Pedrola donde vivían. El supuesto gancho de Badoo dijo entonces haber sufrido un calvario en el que se encontraba secuestrada, maniatada con bridas y drogada. Declaró además que fue suplantada en Badoo y que era obligada a quedar en los encuentros con los hombres, minutos antes de que fueran abordados por Achraf. Los agentes de la UCO han desmentido tal afirmación y han apuntado a que tanto Candy como Achraf eran partícipes de los robos. “El rol de ambos acusados es esencial para la consumación de este asesinato”, ha continuado un guardia. Preguntado por la acusación particular sobre si Candy manifestó algo en la declaración de su presunto secuestro, una vez separada de Achraf, el agente de la UCO ha afirmado que no y que “ni quiso firmar la diligencia”. Tampoco los agentes vieron rastro de alguna marca de haber estado maniatada con bridas, ya que “si el médico hubiera visto algo lo hubiera puesto en el informe”. Otro agente de la unidad de delincuencia organizada ha negado también la presencia de alguna persona más en la nave. “No encontramos ningún indicio de que pueda haber otra persona”, ha relatado. El mismo varón ha calificado también que Candy y Achraf ejercieron “una violencia extrema” y “una gravedad difícil de encontrar en otros hechos”. “Dentro del papel que jugaban los acusados eran ambos esenciales. La acusada hacía de gancho a través de Badoo usando fotos personales y donde ella los recibía de inicio para generar confianza, por eso usaba su foto. Al principio nos pareció un error, pero estaba todo meditado. Una vez llegaba la víctima, aparecía el compañero y les atacaban”, ha explicado otro guardia civil sobre el modus operandi de la pareja. La pulsera de control satelital por violencia de género que llevaba Achraf ha sido clave en la detención de los dos acusados. La posición “minuto a minuto” del acusado permitió marcar en el mapa los pasos que siguió este individuo y el lugar dónde se enterró vivo al informático vasco. Los agentes de la Guardia Civil vieron cómo Achraf se dirigió en dos ocasiones a un punto fuera del municipio de Pedrola, muy poco frecuentado. La pulsera también marcó en el mapa los pasos llevados a cabo en el resto de los robos, así como en la venta del Mercedes rojo, propiedad de la víctima mortal, en Utebo a una pareja que luego fue estafada. También ha quedado esta mañana en el aire, a la espera de la respuesta del jurado popular, la condena a prisión permanente revisable que solicita la acusación particular ejercida por la letrada Estefanía Rojo. La defensa de Achraf, con la letrada Carmen Sánchez Herrero, ha sido la que ha puesto en duda que la pareja de acusados fuera una organización criminal, ya que para este tipo de ilícito deben ser más de dos personas. El Código Penal establece que para que se dé una de las condiciones de la permanente revisable debe cumplirse que los acusados sean una organización criminal. Sin embargo, los agentes han tachado de “codelincuencia” su crimen en el que había un “reparto de tareas”.