Opinión

Prevenir la soledad no deseada

A raíz de los efectos negativos de la pandemia, cada día se habla más de la soledad no deseada y se proponen acciones que ayuden a aquellas personas que la sufren. Esto está bien como lo está la medicina curativa. Pero, ahora que cada vez dedicamos más recursos a la medicina preventiva, se me ocurre que también podríamos hacer esfuerzos para prevenir la soledad no deseada.

Aunque claro, la prevención de este tipo de soledad comporta un cambio de paradigma social. Con un modelo de sociedad que cifra la felicidad en el consumo, en las cosas materiales, va a ser difícil llevar a cabo esta prevención. De hecho, cada vez hay más hogares en los que vive una sola persona, en España la última estadística determina el 25%. Y, me dirán ustedes, no por vivir solos estamos en soledad, porque, incluso, hay familias que viven juntas y en las que algunos de sus miembros se sienten solos. En eso estoy de acuerdo. Pero si vamos buscando el aislamiento de los demás, y solo nos relacionamos con ellos cuando los necesitamos, muy probablemente, en el futuro, estemos solos y nadie acudirá en nuestra ayuda. De hecho, son muchas las personas, sobre todo las personas mayores, que se quejan de que “nadie les viene a ver”.

Mi propuesta es cambiar una sociedad consumista por una sociedad del encuentro; una sociedad en la que los demás nos molestan muchas veces, por otra en la que disfrutemos de los momentos en los que no nos molestan; una sociedad en la que el otro, lejos de ser una amenaza, pueda ser considerado como una oportunidad. En este sentido, por ejemplo, yo hago y recomiendo que, en los congresos, en las fiestas, en los encuentros a los que asistamos, en lugar de juntarnos con aquellas personas que ya conocemos, busquemos aquellas otras desconocidas que seguro nos van a dar nuevas informaciones y nuevas perspectivas, haciéndonos cada día más sabios.

Y esto tiene varias etapas, claro está. En la infancia y juventud, en los colegios, institutos y universidades enseñando a los chicos y chicas a hacer verdaderas amistades, a formar asociaciones, a ingresar en ONG, partidos políticos, sindicatos, etc. En la edad adulta, promoviendo “la escalera”, el vecindario, el barrio. Intentando, al revés de lo que ahora hacemos en las ciudades, conectar con los vecinos y promover lo que se denomina un “banco de tiempo”. Y, en la edad de los mayores, aprendiendo a relacionarse con otras personas de nuestra edad, quedando con ellas, haciendo actividades juntos, mantenido los lazos con los vecinos de la casa, del barrio o del pueblo, yendo a visitar a los demás mientras tengamos la posibilidad funcional.

Ahora bien, todo esto pasa por enseñar y por aprender la tolerancia. La tolerancia desde la asertividad. No significa tener que aceptar a todo el mundo, pero sí buscar puntos de encuentro, de conversación, de ayuda mutua. Siempre habrá personas, eso sí, que nos caigan mejor que otras; pero lo que no podemos aceptar es que no nos caiga bien ninguna y, además, siempre podremos encontrar en todas las personas, conocidas o no, algún punto de encuentro, aunque sea muy pequeño.

Ojalá en este nuevo año 2022 aumentemos el número de vecinos, compañeros y amigos que nos permitan ahora y en el futuro disminuir el riesgo de esa soledad no deseada.