La justa medida

El Departamento de Sanidad tiene unas obligaciones pendientes de pago que ascienden a 227 millones de euros. Una cifra nada desdeñable, pero que no se puede comparar con anteriores facturas sin abonar, las cuales se encontró el consejero Ricardo Oliván en los cajones con un valor aproximado de 465 millones de euros.

El Departamento de Sanidad tiene unas obligaciones pendientes de pago que ascienden a 227 millones de euros. Una cifra nada desdeñable, pero que no se puede comparar con anteriores facturas sin abonar, las cuales se encontró el consejero Ricardo Oliván en los cajones con un valor aproximado de 465 millones de euros.

Esta misma semana hará efectivo el pago de 35 millones de euros, ha anunciado el consejero de Hacienda, José Luis Saz, en una Comisión en las Cortes celebrada este miércoles. El Gobierno de Aragón quiere reducir el plazo medio de pago y lo está consiguiendo con los escasos recursos de Tesorería con los que cuenta. Así, si en enero de 2012 pagaba en 212 días, en diciembre logró abonar sus facturas en una media de 144 días, lo que significan 70 días de rebaja, que aún así siguen siendo muchos para sus proveedores que hacen equilibrismos para mantenerse.

El Ejecutivo debe seguir en esa línea y tiene tres opciones para ello. De momento, la primera y menos lesiva, es el capote que acaba de echar el Gobierno central a las Comunidades ampliando el plan de pago a proveedores para las facturas anteriores al 1 de enero de 2012. Esto permitirá al Gobierno de Aragón desvincular los pagos de los gastos y por lo tanto, mantener un mejor flujo de Tesorería.

Dicho flujo de Tesorería se mantiene ahora en los 154 millones de euros positivos, volumen que no se conoce desde 2006, pero que es una cifra engañosa, según ha reconocido Saz, ya que viene lastrado por las operaciones de endeudamiento realizadas por el Ejecutivo.

Preocupa esta segunda opción de que Hacienda tenga que recurrir a estas operaciones de endeudamiento para pagar el gasto corriente, puesto que va en contradirección de sanear las cuentas públicas.

Sin embargo, la última opción, la de recortar las inversiones, que aunque parece la de mayor sentido común en estos momentos, no puede sobrepasar ciertos límites, que son la eficiencia en el servicio y la calidad en la atención al usuario.

Por lo tanto, la solución debe pasar por encontrar la medida justa entre el endeudamiento y la austeridad para no volver a necesitar la inyección económica del Gobierno central.