El Real Zaragoza corta su sangría defensiva con un empate a nada en Ponferrada (0-0)

Álvaro Giménez tuvo una clarísima ocasión para adelantar al Zaragoza en la primera parte. Foto: LaLiga
photo_camera Álvaro Giménez tuvo una clarísima ocasión para adelantar al Zaragoza en la primera parte. Foto: LaLiga
El Real Zaragoza ha cortado su sangría defensiva en las últimas semanas con un empate a nada en El Toralín, de donde se pudo llevar un saco en la primera mitad y al que le faltó ambición para buscar la victoria cuando más a su favor tenía el partido. En unos horrendos 45 minutos, el encuentro se niveló e incluso parecía estar con la balanza hacia el lado zaragocista, pero los cambios de JIM en el tramo final echaron atrás al equipo, que se trae un 0-0 que podía ser bueno en campo de un equipo de playoff, pero que parece insuficiente tras cuatro partidos sin ni siquiera anotar un gol. Sin Francés y con Clemente ya en San Sebastián, JIM se veía obligado a modificar su defensa de tres centrales para volver a una zaga de cuatro, con Chavarría en el lateral zurdo, y con Juanjo Narváez junto a Álvaro Giménez en la doble punta del ataque. Un cambio de sistema al 4-4-2 que no le sentó nada bien al Zaragoza, que vio cómo la Ponfe llegaba hasta cuatro veces al área en los primeros diez minutos, obligando a Cristian Álvarez a intervenir en dos disparos de Sergi Enrich y Saverio. El Zaragoza trató de hacerse con el balón para bajar el ritmo del partido y la intensidad de la Ponferradina, que estaba mejor asentada sobre el césped de El Toralín y con las ideas más calaras de lo que buscaba en el partido. Pero solo era un mero espejismo mientras el cuadro local esperaba su momento para hacer daño a la frágil zaga zaragocista. Una milagrosa mano de Cristian Álvarez evitó el 1-0 de Agus Medina tras desviarlo Enrich. Quiso responder Narváez con un disparo raso desde la frontal que se marchó rasa, sin peligro, a la derecha de la meta de Amir. La Ponfe estaba mejor en el campo, más ordenada, con las ideas bien claras y sabiendo qué hacer con balón, ante un Zaragoza perdido en el inédito 4-4-2 y con pocos recursos más allá de rifar el balón desde la defensa. Aun así, los de JIM pudieron adelantarse en el marcador si Álvaro Giménez hubiera aprovechado una notable asistencia de Bermejo, que le dejó prácticamente solo ante Amir, pero Paris Adot llegó como una moto para salvar el 0-1. Segunda parte JIM apostó en la segunda mitad por los mismos once hombres que estuvieron a merced de la Ponfe en los primeros 45 minutos. Mejoró algo la actitud ofensiva, con el primer saque de esquina y el primer disparo a puerta, obra de Francho, en apenas diez minutos, pero el equipo seguía siendo muy frágil en defensa y era incapaz de cortar cualquier ataque del cuadro berciano. Así lo intuyó Paris Adot, el lateral derecho, que, desde el centro del campo, inició la carrera sin que nadie pudiera frenarle hasta que se topó in extremis con Gámez en el punto de penalti. El técnico buscaba más posibilidades ofensivas en el Zaragoza con la entrada del canterano Miguel Puche en banda derecha en lugar de Bermejo. La segunda parte avanzaba sin un dominador, con la Ponfe más alejada de la portería de Cristian, pero amenazando con pegar el golpe mortal en cualquier centro lateral que no sepa despejar la zaga avispa. La Ponfe pareció acusar el cansancio de su partido copero con prórroga y el Zaragoza empezó a despertar hacia el minuto 70. El portero Amir tuvo que forzar una gran estirada para evitar el gol de Borja Sainz en un centro que no remató nadie, pero que se colaba entre los tres palos. Fue entonces, en los mejores minutos del Zaragoza, cuando JIM decidió reestructurar el equipo con la entrada de Zapater y reforzar el centro del campo. La entrada de Zapater equilibró el partido para los últimos diez minutos cuando la balanza parecía estar de lado zaragocista. Cristian Álvarez, casi sin intervenir en la segunda mitad, tuvo que aparecer para enviar a córner un disparo desde la frontal de Ojeda. Y ahí se acabó el Zaragoza, que apenas pudo llegar con peligro en los últimos diez minutos y que se tuvo que conformar con un pobre empate que, si bien corta la sangría defensiva de los siete goles encajados en los tres partidos anteriores.