Opinión

Llega la Navidad… a pesar de todo

Durante meses, hemos estado recibiendo todo tipo de advertencias, prohibiciones, restricciones, medidas de contingencia, etc., a consecuencia de virus mutantes, los nuevos y los de siempre, que han llevado a la población a un estado emocional en el que se mezclan variados sentimientos: el miedo, la inseguridad, el shock, la apatía, el sometimiento, la rebeldía, el hartazgo, la desorientación, el dogmatismo y una larga serie más que se podrían escribir en referencia a cómo se siente la sociedad en general.

No muchos lo saben, porque no se lo han dicho o porque no les interesa, pero las sociedades no “evolucionan” de manera natural en uno o en otro sentido, sino que dichas sociedades “se las hace evolucionar”, de acuerdo con planes determinados que se suelen calificar como de ingeniería social.

Desde instancias supranacionales y mundiales, no las voy a citar, que gozan de la reverencia cuasi unánime, ya hace décadas que se diseñaron esos planes para reconducir a la población en uno u otro sentido, transformando las identidades, los conceptos naturales, la cosmovisión y en definitiva el propio concepto de las personas.

Y es que si alegremente por parte de muchos, se celebró la sustitución del concepto de “recursos humanos” por el de “personas”, como así lo imponen ciertos foros mundiales de tremendo poder e influencia, da la casualidad que en ese nuevo concepto de “persona” se le aleja de lo humano para cosificarlo y atomizarlo, todo ello dentro de un ambiente más y más virtual. Por supuesto, esas “personas” son parte de un conjunto de especies animales con bastantes “limitaciones” como nos recuerdan en medios de comunicación y anuncios publicitarios, que, a ser posible, deben reducir su número y no contaminar a la madre tierra.

Parece que se intenta borrar o minimizar las celebraciones de eventos como la Navidad, a la que sólo se podrá acceder tras cumplir una larga serie de requisitos normativos cambiantes y ampliables si hace falta.

No debemos olvidar que la Navidad, para creyentes y los que no lo son, o se consideran cualquier otra cosa, es el testimonio de que somos seres humanos nacidos para vivir en sociedad, libres por naturaleza y con unos derechos naturales inalienables.

Por eso, a pesar de todo lo que se diga y se haga… llega la Navidad, ¡hay que celebrarla!