Opinión

Los inicios estudiantiles y literarios de Amparo Poch y Gascón

Javier Barreiro, escritor.
photo_camera Javier Barreiro, escritor.

El 15 octubre de 1902, Amparo Poch Gascón, primogénita de un sargento y una exsirvienta, nacía en el número 54 de la zaragozana calle de Pignatelli. Cuando, catorce años más tarde, el padre ascendiera a teniente, la familia, ya de ocho miembros, con los cinco hijos habidos más la abuela materna, pasó a la vecina calle Madre Rafols, cuyas casas militares, anexas al antiguo Cuartel de Pontoneros y hoy en espera de nuevo destino, aún se conservan aunque parezcan los restos de un bombardeo. Su padre no facilitó la dedicación intelectual de Amparo, que hubo de estudiar Magisterio, entonces, carrera de señoritas, y, por su cuenta, Medicina, su auténtica vocación.

Hace veinte años nadie conocía a esta médica libertaria. Gracias a los trabajos de Antonina Rodrigo, que anduvo husmeando en nuestra Hemeroteca Municipal y en otras bibliotecas españolas y francesas, hoy podemos ver su nombre en una plaza zaragozana, dos ambulatorios, un centro social, una sala del Paraninfo y, seguramente, en algún otro sitio que no recuerdo. Lo mismo, en otras localidades aragonesas y nacionales.

Toda su peripecia la contó Antonina en libros como  “Una mujer libre. Amparo Poch y Gascón, médica y anarquista”, “Amparo Poch y Gascón. Textos de una médica libertaria”, ambos de 2002, y “Amparo Poch y Gascón. “La vida por los otros. Guerra y exilio de una médica libertaria”, publicado en 2020.

Ahora estamos en condiciones de aportar otros datos de sus inicios que dan cuenta de la potencia intelectual de esta mujer, que siempre la aplicó a la filantropía. Su precocidad fue tal que a los 12 años ya colaboró en la revista “Juventud” y, dos años más tarde, el Banco de Aragón, que entregaba a los alumnos distinguidos de las escuelas públicas una cartilla de ahorro postal con 2, 5 y 10 pesetas, según su aprovechamiento, premió a Amparo y a otros cuatro estudiantes con la máxima cantidad. Ha de aclararse que el dinero no lo aportaba el banco, sino uno de sus propietarios, Basilio Paraíso, que destinaba a ello las dietas que le correspondían como diputado en el Congreso de la Nación. Desde los inicios de la democracia, ¿tiene alguien noticia de que algún diputado o senador se le haya ocurrido una idea parecida?

Basilio Paraíso, impulsor de la Exposición Hispano-Francesa de 1908 y consumado aragonesista, aunque oriundo de la oscense Laluenga, tiene dedicada una importante plaza en su ciudad adoptiva pero también otros próceres y munícipes, cuyo nombre sonroja ver reproducido en calles y placas conmemorativas. Ahora, en cambio, se perpetran leyes en contra del mérito y la excelencia y en favor de quienes no sólo no intentan llegar a ello sino que se complacen en descalificarlo. Por cierto que Paraíso regaló los terrenos para la edificación del colegio que lleva su nombre en la zaragozana calle de Supervía. Tampoco se conocen representantes políticos actuales que decidan ceder algo de su peculio a la sociedad que dicen defender.

En junio de 1920, Amparo terminó su bachiller en el Instituto General Técnico, todavía en el viejo edificio (S. XVI) de la Universidad en la Plaza de la Magdalena, que alguno de esos munícipes se encargó de abolir y derribar a principios de la década de los 70. Entre sus calificaciones, Matrícula de honor en Algebra y Trigonometría, mientras su hermana María Pilar, diez años menor, obtuvo matrícula en Preceptiva literaria y Lengua francesa. La vocación llevó celéricamente a la estudiante al periodismo: el 8 de enero de 1923, con 18 años, La Voz de la Región reproducía dos artículos con su firma: “Al día 1” y “Reyes magos”.

Según la nueva Ley de Educación que preparan estos fenómenos, Amparo sería execrada por humillar a quienes, dueños de su destino, deciden no estudiar pero pueden pasar de curso y terminar sus estudios.

Amparo no ampararía a dichos fenómenos pero los ampara su supuesto progresismo, concepto que, cuando uno empezó a aplicar, significaba algo completamente diferente al sentido en el que hoy se maneja.