El Museo de Huesca incorpora un nuevo Carderera a su colección

Presentación de la nueva acuarela de Carderera en el Museo de Huesca.
photo_camera Presentación de la nueva acuarela de Carderera en el Museo de Huesca.

El retrato que ahora se incorpora al Museo de Huesca es una representación idealizada de la fundadora del Real Monasterio de Santa María de Sijena, Doña Sancha de Castilla, esposa de Alfonso II de Aragón. Se trata de un retrato de cuerpo entero sobre papel, de cuidada ejecución, en el que la reina aparece dentro de una estancia indeterminada flanqueada por una columna y un fragmento de ajedrezado jaqués.

Ataviada con el hábito sanjuanista muestra su doble condición de reina y priora del Monasterio, por lo que porta la cruz de la orden sobre el pecho, privilegio reservado a las prioras y la corona sobre su cabeza. La regia condición de la retratada se señala en la heráldica con las barras y castillos y leones del lateral derecho junto con la leyenda que aparece a los pies “Doña Sancha de Castilla, esposa de Alfonso II”.

Valentín Carderera fue un erudito, coleccionista, pintor y tratadista que –tal y como se ha podido documentar– visitó al menos en dos ocasiones el monasterio de Sijena. Fruto de ellas son sus descripciones, dibujos y acuarelas que muestran, a modo de imagen fija, las estancias del Monasterio y las obras que allí se albergaban. Estos documentos se convierten en un testimonio único y valiosísimo para conocer cómo era la decoración del conjunto monástico a mediados del siglo XIX, desgraciadamente arruinado por el incendio intencionado del monasterio al comienzo de la Guerra Civil

Merced a la detallada relación de obras que llevó a cabo otro visitante ilustre como fue Mariano de Pano y Ruata, es posible conocer que existían dos pares de retratos que representaban de manera idealizada tanto a la fundadora, Doña Sancha, esposa de Alfonso II de Aragón como a su hija, la princesa Dulce, que profesó también como sanjuanista a muy tierna edad. Ambas fallecieron allí y sus restos fueron inhumados en el Monasterio

Estos retratos ornaban, por un lado, el testero de la conocida como sala de San Javier en el palacio prioral y, por otro, se encontraban en uno de los lados largos de la Sala Capitular frente a la entrada, tal y como muestra una fotografía de Ramón Compairé de 1930, donde se puede apreciar este la posición de las pinturas.

Así pues, esta obra sería la copia de una pintura original que ornaba esa Sala Capitular y que ingresó entre los años 1608 y 1622 durante el priorato de María Díez de Alfaro como regalo de la madre de dos religiosas que profesaron en la Orden Sanjuanista.

Sin embargo, de estas parejas de retratos el único que subiste en la actualidad es el de la Infanta Doña Dulce, que, tras regresar desde Museo Comarcal de Lérida al Monasterio de Sijena en ejecución forzosa de sentencia, se encuentra ubicada en la Sala Capitular en la posición que se encontraba originalmente

Del resto de retratos no existen noticias, por lo que hay que suponer que se destruirían en los incendios intencionados del Monasterio al comienzo de la Guerra Civil. Por ello esta acuarela, de gran calidad, es el único vestigio de una emblemática obra que ornaba las estancias del Monasterio de Santa María de Sijena

Su cuidada ejecución, su carácter excepcional al mostrar un retrato perdido, el hecho de que haga referencia al Monasterio de Santa María de Sijena y que no haya duda acerca de su autenticidad, ya que ha permanecido en manos de los herederos de Valentín Carderera desde el siglo XIX, la convierten en una obra singular.

El autor

Valentín Carderera es uno de los aragoneses más ilustres que alumbró el siglo XIX. Su papel de viajero erudito, historiador del arte, coleccionista, dibujante y pintor, lo convierten en uno de los personajes de referencia en la vida cultural del siglo XIX en España.

Apasionado defensor del patrimonio, fue comisionado por la Comisión Central de Monumentos para la defensa del patrimonio monumental y artístico en unos años muy convulsos tras los procesos desamortizadores de los bienes eclesiásticos.

Su importancia como erudito se plasmó en su reconocimiento en vida como Miembro de la Academia de la Historia, de la de Bellas Artes de San Fernando y miembro de la Junta del Museo Real de Pintura y Escultura, lo que actualmente es el Museo del Prado.

Se trata igualmente de un personaje al que va íntimamente ligada la historia del Museo de Huesca. Gracias a su interés, tesón y generosidad pudo ver dicha institución la luz en el año 1873. Contribuyó con fondos de su colección privada a través de sucesivas entregas a su puesta en marcha en su primitiva sede del Colegio de Santiago oscense.