Más de 60 años de prisión por traer mujeres de Colombia engañadas y obligarlas a prostituirse

El juicio se celebró a principios de julio
photo_camera El juicio se celebró a principios de julio

Milton Seir A.G. y Tatiana Andrea A.G. han sido condenados a más de 65 años de prisión por trata de seres humanos y favorecimiento de la inmigración ilegal. Estos dos individuos traían a mujeres desde Colombia prometiéndoles, a la mayoría de ellas, un trabajo que nada tenía que ver con la prostitución. Una vez en España, concretamente en el barrio de Universidad de Zaragoza, las mujeres vivían en un régimen sin libertad donde, en ocasiones, tenían que estar disponibles para ejercer la prostitución las 24 horas del día. Milton también ha sido condenado a tres años de prisión por distribuir cocaína entre los clientes en las que denominaba “fiestas blancas”.

El juicio que se celebró a principios de julio sentó en el banquillo a ocho personas más de los cuales solo fueron condenados dos. Brayan Steven J.R. por un delito contra la salud pública, tres años, y Leidy Tatiana por un delito de determinación coactiva a la prostitución, dos años de prisión. El resto de los acusados quedaron absueltos.

Las mujeres, en situación de vulnerabilidad, contactaban por conocidos con los dos condenados y estos les prometían una mejor vida en España trabajando como, entre otras mentiras, en hostelería. Una vez aquí, Milton y Tatiana les comunicaban que habían contraído una deuda y que debían saldarla ejerciendo la prostitución. Una coacción que iba acompañada con la retirada de su pasaporte.

Una de las testigos relató que ella sí que ejercía la prostitución y pactó unas condiciones para seguir trabajando de ello aquí. Ya en España, la cosa cambió y la mujer empezó a trabajar fuera de lo pactado.

El reparto, según ha considerado probado el tribunal, era 50% para los condenados y la otra mitad, el 25% para saldar la deuda y el resto para gastos personales.

Las testigos relataron en el juicio como, alguna de ellas, debía estar disponible 24 horas para ejercer la prostitución. Siempre vigiladas por un sistema de cámaras que operaba hasta en los tres pisos que disponían los condenados como prostíbulos, todos ellos en el barrio de la Universidad en Zaragoza. Finalmente, varias testigos consiguieron escapar y denunciar lo que estaba ocurriendo.