Vuelve a sonar el armonio en Trasobares, un final feliz de una historia surgida en la cuarentena

El armonio es un instrumento que data de 1840 y del que quedan pocos ejemplares repartidos por Aragón
photo_camera El armonio es un instrumento que data de 1840 y del que quedan pocos ejemplares repartidos por Aragón

Hay a quien en la cuarentena le dio por pintar mandalas, por hacer bizcochos para un regimiento o por pasarse al mundo fitness con tutoriales de internet. Pero, también hubo quien optó por comprar un instrumento del siglo XIX, restaurarlo con ayuda de profesionales y aprenderlo a tocar. Y, ojo, que el armonio tiene una técnica complicada. En eso invirtió el confinamiento Jesús Pérez Aznárez, profesor de música zaragozano, pianista y organista, al que después de “muchos años pegado a la tecla” solo le quedaba aprender a hacer magia con el armonio.

El armonio es un híbrido entre el piano y el órgano que procede del acordeón. Es uno de esos instrumentos que alguna vez se consideraron indispensables. De hecho, desde su creación en 1840 y durante cien años se hacía mucha literatura para ellos, incluso se tocaban en las salas de cine cuando las películas eran mudas para acompañar la proyección.

Sin embargo, llegó el día en que dejaron de sonar conservándose algunos en pequeñas iglesias o conventos. En Aragón, quedan pocos ejemplares, pero destacan el de la Iglesia de San Juan Bautista de Illueca y el del Seminario de Tarazona. Sin embargo, si no hay nadie que los restaure ni haga sonar sus teclas, se convierten en meros muebles.

“Es curioso porque la gente compra armonios para decoración en casas rurales, por ejemplo, y pagas un precio de risa por él sin darte cuenta de que dentro hay un instrumento que tiene miles de piezas y que puedes restaurar y hacer sonar música de la época con mucho encanto”, reconoce Jesús Pérez.

Esa fue la motivación principal que le hizo hacerse con un armonio Liebig alemán de 1909. Bueno, eso, y que había prometido un concierto a sus vecinos de Trasobares. “En Trasobares ya había un armonio restaurado por la Asociación de Mujeres Virgen del Capítulo, pues lo habían financiado ellas, pero era muy pequeño y no me convencía así que por eso pensé que sería buena idea comprar otro y así hacer ese concierto”, asegura Jesús entre risas.

Así, se puso manos a la obra y compró uno por internet “a ciegas”, pero con un buen resultado. Después de intentar limpiarlo “y hacer algo por encima”, los restauradores Christine Wete y Gotzón, de Órganos Moncayo, hicieron el resto.

“No hay mucha tradición en la restauración de los armonios, de hecho son los únicos especialistas que conozco que se dedican a esto, al menos en Aragón”, ha reconocido Jesús y es que la mayoría de los armonios que se restauran en la Comunidad son el resultado del trabajo delicado y pasional de estos profesionales.

“Hay veces que el mueble en sí mismo ya es una obra de arte”, reconoce Pérez, y en el caso de su armonio lo es, ya que es una pieza que pertenece al estilo Art Decó de la Primera Guerra Mundial. En la restauración se intentaron buscar los materiales originales del instrumento como por ejemplo el fuelle que es exactamente el mismo tejido, una suerte de tela-goma.

Una vez que el armonio estuvo listo solo faltaba volverlo a hacer sonar para cumplir la promesa del concierto. “Durante la pandemia me puse a investigar, a imprimir libros y los catálogos del instrumento y la verdad es que no encontré muchos, no hay demasiada información. También busqué tutoriales en Youtube y me puse a mirar un poco más o menos las piezas que más me gustaban para aprenderlas”, cuenta Jesús.

Y así, el pasado sábado 31 de julio la Iglesia de Trasobares se llenó hasta la bandera —la permitida por las restricciones de aforo, claro— con un ansiado concierto en el que Jesús interpretó, entre otras piezas, la “Alborada” de Alfred Lebeu, una pieza que recordaba a un pasodoble y que comenzaba con el registro del chelo en la mano izquierda para luego tornarse en una música circense que encandiló a los presentes.

“Lo que hicimos en Trasobares fue algo magnífico y mi idea es volverlo a hacer en Illueca o Tarazona si se restauran los armonios porque es una oportunidad fantástica para difundir esa cultura musical más desconocida”, reconoce Jesús quien ahora mantiene a buen recaudo su armonio particular en su casa de Trasobares.

Y es que si hay algo claro, es que todavía queda mucha música por hacer y por ser escuchada.