Más de 2.000 años de historia enterrados bajo el suelo de la Catedral de Huesca

Estos descubrimientos no serían posibles sin la colaboración de los jóvenes voluntarios y voluntarias
photo_camera Estos descubrimientos no serían posibles sin la colaboración de los jóvenes voluntarios y voluntarias

El entorno de la catedral de Huesca ha vuelto a convertirse por cuarto año consecutivo en lugar de excavaciones y descubrimientos arqueológicos. Donde muchos solo ven “piedras alineadas o amontonadas”, la arqueóloga y directora del campo de trabajo, Julia Justes, sabe que hay más de 2.000 años de historia oscense escondida bajo el suelo.

“Este año se esta trabajando en lo que sería la parte antigua del claustro y las dependencias de los canónigos y también junto a la calle Forment, en lo que sería el huerto de los canónigos, recuperando parte de la casa de la prepositura”, señala Julia Justes, que reconoce que se llevó una grata sorpresa ya que “buscando una historia, nos hemos encontrado otra, porque además del pavimento del patio de esta casa, hemos encontrado parte de una casa andalusí y parte de una casa romana”.

El espacio de trabajo es muy reducido, pero no es algo que suponga un problema. Tras realizar excavaciones de solo un metro de profundidad, ya han salido a la luz diferentes construcciones que se realizaron en distintos momentos de la historia. Unos pocos metros cuadrados que significan mucho más que “unas cuantas piedras amontonadas”.

“La parte mas antigua es un muro de casi 5 metros de longitud”, explica Justes, “que es indudablemente de cronología romana, acompañado por fragmentos de cerámica del siglo primero después de Cristo”. A continuación, nos tenemos que ir a la época andalusí, a partir del siglo diez, en el que aparece un enlosado con una posible columna circular. “Queda un fragmento muy pequeño pero en principio se interpreta como parte de un edificio domestico” señala la arqueóloga. Junto a ello, a escaso metros, se encontraría el pavimento de la casa de los canónigos, de la época romana.

En cuanto a las dificultades que han podido surgir durante la excavación, Julia explica que no han sido muchas, y que el único hándicap que tienen es que se trabaja en un entorno BIC, por lo que se tienen que cumplir ciertas premisas. “Hay que ser respetuosos con el edificio construido”señala, “ninguna de las intervenciones puede ir contra el monumento”. Uno de los elementos más emblemáticos del entorno de la catedral es un arco de herradura situado en uno de los muros del exterior. “Yo no puedo picar, aunque me lo pida el cuerpo, al pie del arco del herradura, porque voy a dejarlo vulnerable y a acelerar su erosión”.

Muchas veces puede resultar complicado imaginar que unas cuantas piedras amontonadas tengan un gran valor histórico, y es por eso que los arqueólogos, como explica Julia “tenemos que hacer el esfuerzo de hacernos comprensibles, porque seguramente si no lo hacemos, lo que uno concibe son piedras, algunas veces alineadas y otras amontonadas, pero la realidad es que son parte de nuestra historia”. Y es que hay más de 2.000 años de historia englobados en un espacio muy limitado y con una profundidad no superior a un metro.

Todos estos descubrimientos no serían posibles sin la gran colaboración de los jóvenes voluntarios y voluntarias que durante las dos últimas semanas del mes de julio han estado trabajando en las labores de excavación y limpieza de escombros. Cada año son más los que se animan, y este 2021 han sido 22 chicos y chicas los que, a base de “pico, pala y carretillo” han hecho posibles todos los hallazgos.

La arqueóloga también ha querido agradecer por un lado la colaboración constante de la Comarca de la Hoya de Huesca, que en estos 4 años ha aportado un total de 6.000 euros para poner su granito de arena en este gran proyecto, y por otro lado al Obispado oscense, que cede los espacios para las labores de excavación y siempre se muestra colaborativo.