Los vestigios de la Guerra Carlista emergen en la ruta del Castellet de Faió

Los restos de un antiguo torreón fortificado de época carlista dan nombre a esta ruta circular de 17 kilómetros
photo_camera Los restos de un antiguo torreón fortificado de época carlista dan nombre a esta ruta circular de 17 kilómetros

Un entorno natural idílico entre dos aguas, una propuesta de ocio que emerge bordeando la localidad zaragozana de Nonaspe, y una senda que surca a través del patrimonio arquitectónico que se levanta imponente después de siglos de historia. Esta es la combinación de atractivos que engloba la ruta del Castellet de Faió y que se ha convertido en uno de los atractivos turísticos más transitados de Nonaspe.

Para los más aventureros que apuestan por el senderismo, las zapatillas de deporte y la mochila son el complemento perfecto para adentrarse en este interesante y exigente recorrido excursionista por los montes serranos, barrancos profundos como el de Vall Major, miradores que se asoman al Matarraña, masas relictas de antiguo pinar y los restos de un antiguo torreón fortificado de época carlista que da nombre a esta ruta circular de 17 kilómetros.

Un paraje ajardinado con una zona de recreo rodea la ermita

La ermita de Nuestra Señora de Dos Aguas, ubicada estratégicamente en el interfluvio de los ríos Algars y Matarraña, marca el inicio de la caminata. El entorno que la rodea es un agradable paraje ajardinado con grandes pinos centenarios que ofrecen sombra a un espacio de recreo equipado con área de acampada, caseta de barbacoas, mesas con bancos y columpios.

Desde este punto se sigue por una pista que en dirección suroeste prosigue hasta encontrar el puente que cruza el río Algars. Siguiendo la señal hacia Fayón (PR-Z 157) y las indicaciones de Camino Natural del Matarraña-Algars continúa la ruta para, unos cientos de metros adelante, abandonar la pista principal para iniciar una senda que continúa en ascenso, justo en la parte de atrás de una edificación.

Varios minutos de caminata serán necesarios para llegar a uno de los puntos estratégicos de esta ruta; los restos del antiguo torreón fortificado. Una vez admirada la construcción que ha sobrevivido al paso del tiempo, el sendero llevará al caminante hasta alcanzar el mirador de Dos Aguas, en la confluencia del río Algars y Matarraña.

Lo Castellet de Faió es una torre óptica construida durante la Tercera Guerra Carlista

Ya en la pista, nada más cruzar una cadena que la corta, se inicia el descenso por un sendero que se adentra en el bosque; un sendero que prosigue por el barranco, bordeando una ladera, y que permite divisar una nueva estampa: el viaducto del ferrocarril y el valle que conforma la Vall Major.

Más adelante, una pista que bordea por la parte de arriba de la Vall Major conduce hasta un cruce señalizado que indica al Mirador del Ebro – 800 metros más, y 1,6 kilómetros de ida y vuelta-. 1,9 km más tarde se llega de nuevo a la ermita, punto de inicio de la ruta.

La ruta se inicia en la ermita de Nuestra Señora de Dos Aguas

Una ruta completa y exigente, reservada a senderistas habituados a estas distancias, que nos guiará por los lugares más recónditos e inaccesibles del término municipal de Nonaspe. Además, para los más atrevidos que quieran poner a prueba su técnica sobre la bici, el 50% de esta ruta puede recorrerse en BTT.

Esta es una de las trece rutas senderistas que transcurren por diferentes puntos de interés de la provincia de Zaragoza. Todas ellas están recogidas en unos folletos editados recientemente por la Diputación de Zaragoza, que se pueden descargar en la web de la Federación Aragonesa de Montañismo.

Varios miradores forman parte de esta ruta

Vestigios de la Guerra Carlista

Uno de los símbolos más relevantes y representativos de esta ruta es “lo Castellet de Faió”, una torre óptica construida durante la Tercera Guerra Carlista para comunicarse y alertar al pueblo de Nonaspe y el ejército de las posibles incursiones carlistas.

Asimismo, esta construcción volvió a cobrar relevancia en la primera mitad del siglo XX y, en concreto, durante la Guerra Civil Española. A lo largo de los tres años de confrontación, la torre fue, por su posición estratégica, un destacado lugar de estancia y tránsito de tropas nacionales y republicanas, tanto durante toda la Guerra, como en su fin, con la Batalla del Ebro.