La inolvidable gesta de París cumple 26 años

Miguel Pardeza levanta la Recopa hacia el cielo de París. Foto: Real Zaragoza
photo_camera Miguel Pardeza levanta la Recopa hacia el cielo de París. Foto: Real Zaragoza

Los momentos históricos nunca se pueden olvidar por un doble motivo: primero porque la ambición debe ser tratar de repetirlos y, segundo, para tratar de enmendar los errores que tanto han separado de la gloria al Real Zaragoza en la última década. Este 10 de mayo, para siempre San Nayim, se cumplen 26 años desde que los maños besaron el cielo de París para batir al Arsenal y colocar la Recopa en las vitrinas del club.

Para los más jóvenes puede resultar muy complicado de imaginar que el conjunto aragonés fuera capaz de sellar una gesta sobresaliente. El Real Zaragoza saltaba al césped del Parque de los Príncipes para medirse al Arsenal, que llegaba con la vitola de vigente campeón de este trofeo que disputaban los campeones de Copa. Algo que los hombres de Víctor Fernández habían logrado por penaltis unos meses antes frente al Celta de Vigo.

Los aragoneses fueron mejores y supieron colocarse al nivel físico de un Arsenal que no dudó en emplear la fuerza y la intensidad para amedrentar a la plantilla blanquilla. Que se lo pregunten a Nayim, que recibió un fuerte golpe a la altura del peroné prácticamente en los primeros compases. Pero a los héroes, o los rematas, o siempre son capaces de levantarse y exhibir su fortaleza.

El luminoso lo abría Juan Eduardo Esnáider. “Gardel” batía a Seaman con un zurdazo para la historia, precisamente con su pie zurdo que se había lesionado en el calentamiento. No duró mucho la alegría en la capital francesa, ya que Hartson cruzaba ante Cedrún para poner las tablas y hacer temer por el título europeo.

La prórroga era una realidad y se encaminaba ya hacia los penaltis, no sin antes salvar Seaman ante un portentoso cabezazo de Xavi Aguado. Pero el guardameta inglés perdió la capa por el camino. Nayim, en el 119, dibujaba una parábola tan preciosista como alejada y, dejando a todos boquiabiertos, ponía la mejor rúbrica posible al segundo título europeo de la historia zaragocista. Y por ahora el último.

La afición del Real Zaragoza pudo disfrutar de un momento que no sólo abrió telediarios en Aragón, sino que dio la vuelta al mundo entero. Y 26 años después, aunque diste un mundo de la realidad actual, sigue siendo conmemorado. Nunca, jamás, podrá ser olvidado.

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