La viuda de Iranzo critica la falta de seguridad e información del paso de Feher por la zona

Norbert Feher escucha las declaraciones dentro de una celda de metacrilato // Foto: EFE
photo_camera Norbert Feher escucha las declaraciones dentro de una celda de metacrilato // Foto: EFE

La viuda de José Luis Iranzo, Eva María Febrero, ha declarado esta tarde en la tercera sesión del juicio contra Norbert Feher por el triple crimen cometido en Andorra en diciembre de 2017, uno de ellos el asesinato de su marido. Febrero ha denunciado la falta de seguridad en la zona de Andorra tras el tiroteo el 5 de diciembre en Albalate del Arzobispo. “Solo estaban los pobres guardias intentando hacer lo que podían con lo que podían”, ha declarado.

La mujer ha decidido declarar sin la cortina que cubre la celda de metacrilato donde está encerrado Feher, tal y como se hizo con la declaración de su suegro este martes. Febrero ha destacado el “compromiso de su marido con el mundo rural” y su ferviente lucha para “que la gente no tuviera que marcharse de los pueblos”. La viuda ha apuntado que ya su marido había denunciado “una falta de seguridad en el medio rural”.

Febrero ha relatado las últimas horas que compartió con su marido el 14 de diciembre antes de su encuentro mortal con el paramilitar serbio. Iranzo llamó a su mujer aquella mañana para contarle que habían entrado a robar al Mas. Hecho que, según ha defendido, “no le sorprendió” ya que, “sospechaban que pudiera estar por la zona”. Debido a la sucesión de robos que se habían denunciado desde Albalate del Arzobispo hacia Andorra.

En ese café que tomaron la mujer le pidió que tuviese cuidado y le advirtió que ese individuo era “muy peligroso” por el arma que había usado en los tiroteos en Albalate, un arma corta y no una escopeta como sería lo más normal en zonas rurales. Además, “había usado con intención de matar”.

Ha criticado la falta de “información y seguridad” tras los tiroteos de Albalate y que solo hubo “una batida con perros y helicóptero” por la zona de Albalate y no en Andorra. “Solo estaban los pobres guardias intentando hacer lo que podían con lo que podían”, ha añadido.

La última vez que lo vio fue cuando Iranzo acudió con la Guardia Civil a las cuevas cercanas donde se creía que podría estar escondido el criminal. “Nos quedamos tranquilos porque iba con la Guardia Civil”, ha explicado. Las horas posteriores, cuando se conocieron los tres asesinatos, ha declarado que fue “unas 20 veces del cuartel al centro de salud, intentando saber qué había pasado”. Hasta que, un político, como ha señalado, le comunicó la muerte de su marido.