El cierre de la hostelería trunca la venta de una trufa de una calidad “excepcional”

El objetivo es que todos los truficultores de la provincia de Zaragoza participen activamente
photo_camera El objetivo es que todos los truficultores de la provincia de Zaragoza participen activamente

El cierre de la hostelería no solo está afectando a los propios empresarios y trabajadores, sino que sobre ella confluyen otros sectores que sufren una importante caída de las ventas. Es el caso de la trufa negra, de la que Aragón es su principal productor, y que está percibiendo una caída en las ventas y en los precios de un producto que este año tenía una calidad “excepcional”.

En este sentido, el presidente de la Asociación de Recolectores y Cultivadores de Trufa de Aragón, David Royo, ha lamentado que este año está siendo especialmente “complicado”, al tratarse del principal canal de ventas de la trufa, también en el exterior. “Francia es el mayor consumidor de trufa en el mundo y tiene unas restricciones peores que nosotros”, ha señalado.

Todo esto en una temporada donde la trufa ha tenido una calidad “excepcional” y un aroma “muy bueno”, ya que la meteorología acompañó en primavera con lluvias, en verano con calor intenso y en otoño con heladas en el momento indicado. “La trufa nace en mayo o junio y lleva un proceso de muchos meses. La sequía del verano hizo que la cantidad se redujera bastante, todo el otoño permitió a la trufa que sobrevivió que madurara adecuadamente, de forma más adelantada que otros años. Desde el principio ha tenido mucho aroma y presencia”, ha descrito el presidente de los cultivadores aragoneses.

De esta forma, gran parte de la trufa que se ha comercializado ha ido al consumo industrial, es decir, para la conservas o productos aromados, donde el precio también ha caído hasta un 30%. “No ha habido tanta trufa en fresco, que es la que tiene más valor culinario y económico, y se ha derivado a la industria conservera”, ha afirmado Royo.

Como consecuencia, muchos recolectores se han enfrentado a una cuestión que no suele ser común para este sector: tener que vender a pérdidas. “Este año, el conjunto del productor no ha cubierto los costes de producción. Aparte de la inversión inicial para poner la plantación en funcionamiento, que es bastante fuerte, con la preparación, vallados, sistemas de riego, etc., son ocho años de cultivo sin recolección. Normalmente se produce y todo se consume, pero este año el mix de precios ha hecho que no se hayan cubierto los costes”, ha remarcado Royo.

Además, la suspensión del Mercado de la Trufa de Graus por la situación sanitaria tampoco ha ayudado a propiciar la venta por unidad, que es la que tiene los precios más elevados. “La promoción que hemos podido hacer este año ha sido mucho menor. La trufa es un producto que se vende por su aroma, y la gente la compra cuando la huele. No hemos podido acercarnos al consumidor final”, ha lamentado, no sin lanzar un mensaje de ánimo a todos los cultivadores para salir adelante y poner todos los esfuerzos en la próxima campaña, cuando esperan que ya haya vuelto la normalidad a toda la sociedad.