En Mal… pero Bien, un actor al que la vida le ha superado, se desmorona en cuanto pisa el escenario.
Perdido y abrumado, trata de sacar adelante el espectáculo, agarrándose a los textos teatrales que ha interpretado durante su carrera y a su instinto de actor, como única tabla de salvación, tratando de evitar el fracaso que siempre le ha acompañado.
En constante complicidad con el público, de un modo ingenuo e involuntario, reflexiona con humor y poesía sobre la vida, el teatro y el absurdo, compartiendo la revelación de que, sólo creando encima de un escenario, es capaz de salvarse de sí mismo y sentirse vivo.
Mal… pero Bien, es una comedia que no transmite un mensaje, sino un estado: la risa como mecanismo de supervivencia para la vida.
