Cristianismo, ideas y política

Estos días ha tomado posesión como presidente de los Estados Unidos de América, Joseph Biden (Joe Biden para los amigos) y antes de jurar su cargo, asistió a misa y comulgó, pues es de religión católica. De lo cual me congratulo. Pero ahora viene mi decepción: en la campaña presidencial el ahora presidente se opuso al otro candidato en el asunto del aborto. Trump pretendía suprimirlo y Biden pretendía extender el supuesto derecho al aborto. Además, su vicepresidenta, Kamala Harris, es una defensora apasionada del mismo.

No estoy en la cabeza de Joe Biden, y no sé si tal cuestión le crea problemas de conciencia o no, pero la postura de la Iglesia Católica es tajante al respecto: No al aborto, bajo ninguna circunstancia, ni en ningún caso.

La cuestión tiene muchas facetas:

¿Se ha de comulgar con ruedas de molino en política?

¿Un católico no debe entrar en política, sin tener que transigir en asuntos, digamos que, espinosos?

¿Por qué un católico ha de aceptar un pensamiento contra su fe, por muy mayoritario que sea?

En estos casos siempre cabe la solución del Rey Balduino de Bélgica, que renunció por un día a su reinado, justo cuando tenía que sancionar (mandato constitucional) la Ley del aborto belga. No faltó a su deber como Rey, ni traicionó su fe.

Este es un caso excepcional, generalmente (En España hay ejemplos donde D. Juan Carlos I y D. Felipe VI han sancionado leyes plenamente anticristianas) los políticos católicos, suelen ocultar, o cuanto menos no hacen ostentación de su fe, ni llevan sus ideas políticas, bajo el prisma de la fe que se supone que tienen. Suelen dejarla, para el ámbito privado, si es que para entonces aún les queda algo.

Que hagan caso al Evangelio; dice Jesús: “Al que me niegue en la Tierra, yo también le negaré ante mi Padre que está en los cielos”.

Alejandro Pérez Benedicto