Tres políticos comen juntos en un restaurante. Paga cada uno 250 y protestan. El propietario los reconoce y ordena al camarero que les devuelva 250 euros. El camarero devuelve 50 euros a cada cliente y se queda 100. Y ahí está el problema. Puesto que cada cliente ha pagado 200 euros (250–50) y el camarero se ha queda 100 y 200x3+100 son 700, faltan 50 euros. ¿Dónde están?

Política e indigestión

Tres políticos comen juntos en un restaurante. La cuenta sube a 750 euros. Paga cada uno 250 y protestan, les parece abusivo. El propietario los reconoce y ordena al camarero que les devuelva 250 euros. Como 250 no es divisible por 3, el camarero devuelve 50 euros a cada cliente y se queda 100. Y ahí está el problema. Puesto que cada cliente ha pagado 200 euros (250–50) y el camarero se ha queda 100 y 200×3+100 son 700, faltan 50 euros. ¿Dónde están?

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500 + 100 + 150 = 750

Veamos lo ocurrido:

Según las instrucciones del propietario, los tres políticos debían pagar 500 euros (750–250), pero como el camarero se quedó 100, lo que realmente pagaron fue 600. Si a 600 sumamos los 150 (50×3) que el camarero devolvió a los clientes, tenemos, al final, los 750 euros que, al principio, desembolsaron los políticos.

Nota: Indigestión y política
Este tipo de acertijos son falacias que se presentan como argumentaciones falsas con apariencia de verdaderas, atribuidas a los sofistas, filósofos que iban por las ciudades de la antigua Grecia enseñando técnicas de argumentación a políticos (y a futuros políticos) a cambio de dinero, no para defender lo que es justo, sino para dar apariencia justa a sus intereses y ambiciones. Hoy las falacias son fiel reflejo de los discursos de tantos políticos, cuyo propósito es convencernos de que sus palabras son el único espejo donde la verdad queda reflejada. Siglos después, el médico escocés John Arbuthnot (1667-1735), escribía: “Todos los partidos políticos mueren de la indigestión de sus propias mentiras”.