"Eduardo II. Ojos de niebla", un reflejo actual de la sociedad del siglo XIV, en el Teatro Principal

Hay ocasiones en las que tenemos que ser capaces de sobreponernos a lo que se nos presenta en la vida. Después del éxito de “Cyrano de Bergerac”, “Eduardo II, ojos de niebla” recoge el amor incontenible y la ambición de la iglesia. Como si de la evasión, de la neutralidad de la niebla se tratase, “Eduardo II” promete ser una perfecta historia de amor, de rechazo y de mucho poder. Una obra que podría ser un perfecto reflejo de la realidad si se compara la ambición de la iglesia actual y la de 1327.

Una lucha por las religiones también se convierte en una lucha por uno mismo. Por demostrar el valor que tenemos y por exigir que haya una igualdad en todos los campos de la vida. “Ojos de niebla” es un texto sólido, trabajado, ideado para cada personaje y que refleja la cruda realidad de las altas esferas. “A Eduardo II se le juzgó que fuera homosexual cuando se convirtió en rey. ¿Por qué tiene que ser renunciar a ser rey por ser persona homosexual?, ha explicado el protagonista José Luis Gil, aludiendo a la presencia de continuas conversaciones reflexivas con la iglesia.

“Esta obra está de plena actualidad. Trata un tema histórico, pero a través de dos vertientes esenciales: el amor y el poder”, ha añadido otro de los actores de la representación, Ricardo Joven. Esta es precisamente la grandeza, y a la vez lo temible, de “Eduardo II” para los actores, como una historia del siglo XIV “se acerca a nuestro día a día”.

El poder del dinero, la presencia y protagonismo de la iglesia en la sociedad actual y, en definitiva, los sentimientos, puros, incondicionales, e incluso peligrosos, se convierten en los ejes fundamentales de esta obra que, como ha señalado el gerente del Patronato Municipal de Artes Escénicas, José María Turmo, “tiene un alto porcentaje aragonés por la procedencia de algunos de los actores”.

La aplicación de nuestros principios se convierte en una forma de vida y de libertad. Y esta lucha de libertad se puede disfrutar desde el 21 al 24 de enero en el Teatro Principal de Zaragoza. Cuatro sesiones únicas que ayudan a comenzar a labrar el camino para que nadie juzgue quién o qué somos.