Aragón formará parte de la Red Europea Matilde para promocionar la migración en el medio rural

Presentación Red Europea Matilde
photo_camera Presentación Red Europea Matilde

Aragón es, desde este 2020, uno de los 25 socios de la Red Europea Matilde, nacida para cuantificar el impacto de la migración en el desarrollo local de las regiones rurales y montañosas de Europa y analizar cómo mejorar la inclusión, la integración y la convivencia social en estos territorios. El proyecto se extenderá durante tres años (hasta el 31 de enero de 2023), tiempo durante el cual se realizará, por un lado, una investigación seria y rigurosa para conocer cómo los pequeños municipios han gestionado la llegada de personas de terceros países y el beneficio que estas han aportado a las zonas rurales y, por otro, una fase de elaboración de propuestas políticas en materia migratoria y de gestión de la diversidad cultural adaptadas al entorno.

Aragón recibirá 36.000 euros para los tres años por su participación como único representante español con el objetivo de que pueda desarrollar sus compromisos adquiridos en la Red, que se enmarca en el programa europeo Horizonte 2020. En total se realizarán trece estudios de caso en diez países europeos: Alemania, Austria, Bulgaria, España, Finlandia, Italia, Noruega, Reino Unido, Suecia y Turquía. Aragón, única Comunidad Autónoma española participante, contará con la Universidad de Zaragoza en la pata investigadora y con el Gobierno de Aragón – a través de la Dirección General de Cooperación al Desarrollo e Inmigración – como facilitador de propuestas políticas derivadas de esta investigación.

“Desde Aragón valoramos muy positivamente nuestra presencia en la red, dado que los objetivos de la misma van intrínsecamente vinculados a la realidad territorial de nuestra Comunidad. Las zonas rurales y de montaña apenas se han tenido en cuenta a nivel mundial a la hora de formular la gobernanza de la migración. Este hecho es un reto pendiente y Aragón debe jugar un papel crucial al respecto”, ha valorado la directora general de Cooperación al Desarrollo e Inmigración, Natalia Salvo. Con ello, ha señalado, “nos situaremos como una Comunidad Autónoma pionera en el desarrollo de políticas públicas de migración y gestión de la diversidad cultural, y lo haremos trazando sinergias con otros países europeos y apostando por una política común que ofrezca soluciones desde la inclusión, la vecindad, la defensa de los derechos humanos, los deberes y las libertades de todas las personas”.

El 80% del territorio actual de la Unión Europea son zonas rurales y montañosas y se ha comprobado que, en los últimos años, parte de los flujos migratorios se han desplazado fuera de los núcleos urbanos. La llegada de personas nacionales de terceros países puede trastocar la realidad de los pequeños municipios y generar de entrada un sentimiento de rechazo en sus pobladores, marcados por un contexto socioeconómico y geográfico frágil unido a estas zonas rurales marginadas que ya de por sí sufren carencias o mayores problemáticas. La idea del proyecto es contribuir a visibilizar que los migrantes pueden ayudar a revitalizar el entorno local, social y económico de las zonas rurales y de montaña y hacer contrapeso a la despoblación y al declive económico.

La idiosincrasia de Aragón hace a la Comunidad Autónoma un territorio proclive para el estudio por parte de la Red Matilde, ya que casa perfectamente con este contexto europeo. En concreto, Aragón está formado por 731 municipios, el 92% de los cuales tienen menos de 2.000 habitantes. Además, está tremendamente envejecido; hasta la cuarta parte de la población rural de Huesca y Teruel tiene más de 70 años y existe una importante brecha de género. Los municipios rurales aragoneses son, por lo general, solitarios y poco accesibles, la despoblación ha ido deteriorando infraestructuras y servicios públicos y ha agrupado los centros educativos, que han perdido el 13,5% de su alumnado en los últimos siete años. Además, el medio rural vive sumido en una incertidumbre económica permanente con gran influencia del sector agropecuario, con industria en algunos casos y servicios.

En cuanto a la presencia de personas migrantes en la Comunidad, actualmente hay más de 150.000 censadas en Aragón, el 5,3% de las cuales son extracomunitarias. A finales de los 90, apenas representaban el 0,4%. La crisis de 2008 refrenó la llegada de población extranjera y desde 2018 ha venido recuperándose progresivamente. Muchas de estas personas que han llegado a Aragón en los últimos tiempos se han asentado en el medio rural, proporcionando numerosos beneficios:

Rejuvenecimiento del medio rural, ya que son personas jóvenes en edad de tener hijos o que directamente vienen con ellos; equilibrio demográfico y ruptura de modelos patriarcales, ya que las mujeres también migran y ayudan a acortar la brecha de género; fortalecimiento de las redes de apoyo comunitario y de la convivencia intergeneracional; mantenimiento o crecimiento de los servicios. Al aumentar la población, hay más demanda: de vivienda, de servicios, de centros educativos si vienen niños, etc.; impulso económico, ya que pueden abrir negocios que den trabajo a más personas, demandan más presencia logística y pueden llegar a evitar desplazamientos de la población para ir a comprar a pueblos más grandes o a la ciudad. También crece la mano de obra para tareas de cuidado, dependencia y agroalimentación y se pueden mantener oficios tradicionales.

Red Matilde: Investigación, acción y colaboración

La metodología que se va a seguir para llevar a cabo los estudios de caso es la investigación-acción. En Aragón, como ya se ha mencionado, este trabajo va a constituir la colaboración y cooperación entre la Universidad de Zaragoza y el Gobierno de Aragón. Asimismo, se va a involucrar en el proceso a todas las partes interesadas, socios y agentes locales, que compartirán su experiencia y recomendaciones en la gestión. El objetivo de la Red Matilde es que el estudio ayude a comprender los mecanismos que hay detrás de la integración de los migrantes y proporcione a los políticos herramientas analíticas y soluciones basadas en el lugar, contrarrestando percepciones erróneas y aprovechando el potencial migratorio para estas zonas.

En concreto, el proyecto puede desglosarse en estas cuatro metas: Elaborar un marco conceptual y metodológico para analizar el impacto de la inmigración extracomunitaria; evaluar localmente los impactos a nivel social y económico de la inmigración desde terceros países; elaborar recomendaciones para mejorar las políticas públicas y la gobernanza para convertir la migración en un recurso para el desarrollo rural; transformar la percepción errónea asociada a la inmigración; Creación de narrativas positivas.

Campaña de sensibilización

Paralelamente a la puesta en marcha de la Red Matilde y el inicio de la investigación a nivel europeo y local, el Gobierno de Aragón está centrando sus esfuerzos en dar a conocer a la ciudadanía en qué consiste esta Red y qué papel desempeña Aragón en ella. Para ello, se ha lanzado una campaña de sensibilización bajo el lema “La inmigración también mantiene vivo al Aragón rural”. Esta campaña contiene testimonios reales de personas llegadas a la Comunidad Autónoma en busca de la realización de su proyecto de vida en una tierra que les ha acogido con los brazos abiertos y a la que han aportado su trabajo, su esfuerzo, sus ganas y su ilusión. La campaña se concreta a través de carteles, mensajes en redes sociales, artículos y vídeos que servirán para difundir estos testimonios y concienciar a la población.

Uno de estos testimonios es el de Vlad, natural de Ucrania y que lleva 20 años en España. Sus padres migraron en un primer momento y después lo hizo él, con tan solo once años. Desde hace dos, regenta el bar-restaurante El Búho en La Almunia de Doña Godina (Zaragoza), que fundó junto a su pareja y que da trabajo a varias personas del municipio. En su cocina, utiliza productos de proximidad y está fuertemente integrado en la sociedad almuniense, patrocinando eventos e incluso sacando su propio cabezudo para las fiestas patronales.

En el caso de Mbalou Dansira, ella y su marido abandonaron Malí para buscarse la vida en España. Tras un tiempo de estancia en l’Hospitalet de Llobregat y en Huelva, donde trabajaron como temporeros, recayeron en Zaidín (Huesca). Mbalou trabaja ahora en una empresa de catering en Fraga y cuenta que le costó bastante la adaptación al principio, no socializaba con los vecinos. En cambio, ahora todos en el pueblo le tienen mucho aprecio y suele hacer excursiones al Pirineo con su vecina. Sus dos hijos están perfectamente integrados en la escuela y en el pueblo.

Otro de los testimonios es el protagonizado por Andrés y Rosalín y su hija Celeste. Esta familia, procedente de Medellín, Colombia, dejó su país natal tras sufrir extorsión. Vieron por redes sociales que un pequeño rincón de Teruel buscaba nuevos pobladores y hacia allí marcharon. Llevan solo unos meses viviendo en Foz-Calanda (Teruel); por el camino ha nacido su otra hija, Julieta, y gracias a la llegada de Celeste, el colegio rural puede seguir abierto. Andrés trabaja en una granja de cerdos y Rosalín cuida a una señora dependiente, aunque esperan poder convalidar sus títulos de comunicador social y licenciada en Turismo en el futuro. Aseguran que no es fácil pasar de una ciudad como Medellín, donde todos los servicios se tienen al alcance, a un pequeño pueblo como Foz, pero dicen que el campo les trasmite mucha paz y están muy felices de ver a sus hijas crecer aquí.