El Real Zaragoza niega el interés real de la entrada de nuevos accionistas al club

Imagen de archivo del estadio de La Romareda
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El Real Zaragoza ha esclarecido la situación con respecto a la llegada de nuevos inversores. El club, a través de un comunicado, ha explicado que no ha habido interés real por parte de Gerardo Sánchez Navarro y Juan Martínez Oliver. Estos, a través de otro comunicado, afirmaban ser un grupo “de reconocida solvencia económica”.

La entidad ha afirmado que Sánchez Navarro no ha trasladado al Consejo de Administración una oferta formal en la que constara su interés real. Tampoco habían declarado el importe que estarían dispuestos a aportar al club ni el aval financiero que lo respalde. “Martínez Oliver no ha tenido contacto alguno con el Real Zaragoza”, aseveran de forma contundente sobre el segundo.

Por otra parte, explican que Sánchez ha tenido encuentros con representantes particulares, lo que no implica que fuese con el club. Allí acudió con otro conocido empresario de la afición blanquilla, Mariano Casasnovas. Cabe recordar que este adquirió acciones de Agapito Iglesias en 2014 que luego tuvo que devolver al no demostrar ya en su día solvencia económica.

En estas reuniones, ni Casasnovas ni Sánchez Navarro fueron capaces de plantear ningún proyecto. Ni siquiera brindaron el respaldo económico ni deportivo “solvente”. Más aún, tampoco surgió iniciativa alguna “para garantizar el futuro y la supervivencia del Real Zaragoza”.

Desde el consejo de administración aseguran que se muestran “receptivos” a aquellas propuestas “que contribuyan a mejorar y consolidar el proyecto del Real Zaragoza”. Ahora bien, dejan claro que es “su obligación y responsabilidad” garantizar el futuro del equipo “ante las diferentes propuestas”.

Comunicado previo de Gerardo Sánchez Navarro

La aclaración del club viene motivada por el comunicado de Gerardo Sánchez, donde afirmaba haber mantenido negociaciones para comprar acciones. Ahí se autodefinían como “un reducido grupo de personas de reconocida solvencia económica” y catalogaban de “incomprensible” el rechazo.

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