Los trastornos depresivos pueden aumentar un 20% por la crisis sanitaria de Covid-19

Las asociaciones de psicología han advertido de la importancia de poner en marcha programas de prevención
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Los trastornos depresivos podrían aumentar hasta un 20% en los próximos meses y años a causa de la pandemia del coronavirus y sus consecuentes crisis social y económica, según el Libro Blanco ‘Depresión y suicidio 2020. Documento estratégico para la promoción de la Salud Mental’, presentado este lunes e impulsado por varias sociedad científicas en psiquiatría.

La Sociedad Española de Psiquiatría (SEP), la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica (SEPB) y la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental (Fepsm), con el apoyo de Janssen, han impulsado este Libro Blanco, en el que recordaron la importancia, por un lado, de poner en marcha programas de prevención, y por otro, hacer un abordaje temprano de las enfermedades mentales.

Este libro, disponible en formato digital en la web de las sociedades científicas, analiza en detalle la epidemiología, el impacto y los abordajes de la depresión y del suicidio desde diversas e innovadoras perspectivas.

A este respecto, la coordinadora del Libro Blanco y de la Oficina de Salud Mental de la Comunidad de Madrid, la doctora Mercedes Navío, explicó que esta pandemia “ha puesto en cuestión dos fantasías que caracterizan nuestro funcionamiento habitual que son la ‘ilusión de invulnerabilidad’ y la ‘ilusión de control’, haciendo que aumente el estrés ante la incertidumbre, que sintamos amenazada nuestra integridad y la de nuestros seres queridos y que nuestra forma de vida se vea afectada, tal y como ha sucedido”.

Para amortiguar este impacto los expertos calificaron como “realmente importante” que se pongan en marcha actuaciones en las poblaciones que tienen especial vulnerabilidad, entre las que se encuentran las personas que trastornos mentales. Por ello, este libro blanco ha dedicado un capítulo especial a analizar el impacto de la Covid-19 en la depresión.

Actualmente en España, la depresión afecta a 1 de cada 5 mujeres y 1 de cada 10 hombres. “Se estima que en 2050 esta enfermedad será el principal problema de salud, lo que le convierte en una prioridad de salud pública”, advirtió la doctora Ana González-Pinto, presidenta de la SEPB, quien añadió que “la eficacia de los tratamientos de la depresión, por un lado, y la eficacia de la prevención integral del suicidio, por otro, hacen que no priorizar este último sea una mala gestión sanitaria”.

MAYOR RIESGO

Por su parte, el doctor Arango apuntó que “en los países donde hay una mayor inversión en salud mental, hay una menor incidencia de patología mental y, además, un ahorro económico”. Por eso, y ante la expectativa de un aumento de prevalencia de la enfermedad, este especialista insiste en la relevancia de “seguir invirtiendo en salud mental y en que los pacientes tengan acceso a las terapias y tratamientos que pueden suponer una innovación”.

Las personas con enfermedades mentales, aquellos que han padecido la Covid-19 con sintomatología más grave, las familias de fallecidos por este virus y los trabajadores sanitarios que están en primera línea son los grupos con mayor riesgo de padecer depresión y otras enfermedades mentales.

A este respecto, el coordinador del libro y director del Instituto de Neuropsiquiatría y Adicciones del Hospital del Mar, el doctor Víctor Pérez, destacó que “en estas poblaciones ya estamos viendo un aumento de patologías que están muy bien descritas: ansiedad, depresión, consumo de alcohol y suicidio”.

“Los servicios de salud mental estamos reforzando nuestras actuaciones, somos accesibles y la población debe saber que podemos ser muy útiles”, añadió este experto, quien señaló que “en el caso de las personas en duelo o las que han pasado la Covid-19, si hay síntomas de depresión y se detectan de forma precoz, normalmente tienen una repuesta muy buena. Ahora es el momento de prevenir”.

ENFERMEDAD MENTAL

Otro grupo de población especialmente vulnerable en esta crisis provocada por la pandemia de Covid-19 son las personas con enfermedades mentales. Entre las primeras consecuencias que han experimentado ha sido la disminución en la atención tradicional, ante la necesidad de reorganizar la asistencia.

“La teleconsulta ha sido fundamental para garantizar el acceso a los tratamientos a las personas con trastorno mental y trastorno mental grave en la fase crítica en la que la minimización del riesgo de contagio era la prioridad”, señaló la doctora Navío.

A pesar de ello, advirtió que “ha de ser complementaria a las formas de atención habituales y nunca debe sustituir a la atención presencial cuando se trata de salud mental, donde la creación de vínculos entre el profesional y los pacientes y el seguimiento de los mismos es especialmente importante ya que es terapéutico en sí mismo”.

La obra, organizada en 20 capítulos en los que han participado una treintena de especialistas, aúna visiones heterogéneas -desde clínicos, pacientes, familiares hasta periodistas- e interdisciplinares, así como centradas en poblaciones concretas como las de especial vulnerabilidad, entre ellas, víctimas de violencia de género, población LGTBI o personas en riesgo de exclusión social.