Un estudio de la UZ detecta secuelas físicas del confinamiento para la tercera edad

La investigación ha analizado los cambios en la capacidad funcional de más de 40 personas mayores
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Mayor fragilidad, más riesgo por caídas y una reducción drástica de la autonomía personal son solo algunas de las consecuencias que el confinamiento de estos últimos meses ha tenido para la tercera edad. Así lo demuestra un estudio desde el grupo de Investigación Enfyred (Entrenamiento, Actividad Física y Rendimiento Deportivo) de la Universidad de Zaragoza, junto con el apoyo de clínica Nasser y la dirección de un Trabajo Fin del Máster Universitario en Evaluación y Entrenamiento Físico para la Salud, realizado por Laura Bosque con supervisión de los doctores Carlos Castellar, Francisco Pradas y Elena Castellar.

La situación de los últimos meses ha obligado a todo el mundo a realizar un importante cambio de hábitos en su vida diaria, a pesar de haber surgido gran variedad de iniciativas para fomentar la práctica de ejercicio físico desde casa. En el caso de las personas mayores, que viven solos o en residencias geriátricas, esto ha sido más difícil de llevar a cabo ya que, debido a su mayor fragilidad, necesitan personal especializado que les instruya y supervise individualmente atendiendo a sus limitaciones de salud. “La disminución de la actividad y movilidad a lo largo del día, junto con el aumento del tiempo sedentario, tiene importantes consecuencias negativas para la salud. Este problema es de menor importancia en personas jóvenes y sanas que podrán recuperar fácilmente su condición física tras la vuelta a la actividad habitual, pero conforme avanza la edad, la recuperación de la condición física y de la funcionalidad tras un largo periodo de inactividad en personas mayores va a requerir mucho más tiempo y esfuerzo”, ha anotado el doctor en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, Carlos Castellar.

Precisamente, esta situación particular de la tercera edad es la que ha sido objeto de este estudio de la Universidad de Zaragoza y clínica Nasser. La investigación ha analizado los cambios en la capacidad funcional de más de 40 personas mayores institucionalizadas en una residencia de la tercera edad, tras diez semanas de aislamiento residencial. Para ello, se utilizaron tres pruebas científicamente validadas para personas mayores (Short Physical Performance Battery): un test de equilibrio, otro de velocidad de marcha y un test de levantarse y sentarse de una silla sin ayuda de los brazos. Todas las pruebas sufrieron un descenso significativo, más acentuado en la prueba del equilibrio y en la de levantamiento de la silla. Los residentes más frágiles, que eran menos activos previamente, han quedado tras este periodo con una importante limitación de su funcionalidad, algunos con criterios de discapacidad. Tras este estudio, se puede concluir que durante el aislamiento se ha agudizado el deterioro funcional de esta población, y, por ende, ha aumentado su fragilidad, riesgo de caídas y demás consecuencias que pueden ser determinantes en su salud y calidad de vida.

La importancia del tratamiento y la prevención 

Por esta razón, con la llegada de la nueva normalidad, es necesario tratar y prevenir de manera específica estas patologías. Los expertos de clínica Nasser, que han formado parte de este estudio, recomiendan ahora iniciar programas de actividad física adaptada y supervisada por profesionales para recuperar lo antes posible el nivel perdido, trabajando el campo de la medicina del dolor y deportiva. “Se trata de rehabilitar la musculatura deficiente, con medidas de alivio que provoquen una correcta vascularización de las zonas tratadas. Esto comienza por desinflamar esas estructuras, realimentar y rejuvenecer los tejidos, limpiando la articulación y reoxigenando los tejidos dañados con técnicas mecánicas” ha explicado el especialista en Unidad de Dolor, el doctor Nasser.

Su programa de recuperación, en base a las conclusiones del estudio, ya cuenta con muy buenos resultados. Así, desde Clínica Nasser han apuntado que “tras un mes de trabajo con estas personas que han estado paradas, aplicando un protocolo médico y fisioterápico, hemos conseguido recuperar los niveles iniciales que tenían antes de la pandemia”.