Opinión

Con la sonrisa siempre en la cara

¿Dónde se compra la autoestima?, me preguntaban hace unos días unas personas al saber que yo era psicólogo. ¿La autoestima viene de serie o se adquiere a lo largo de la vida?, y finalmente, otra pregunta que me hicieron ¿De dónde sale la autoestima; de nosotros mismos o de los demás?

Está claro que en esta vida cuando somos personas adultas nos encontramos personas que siempre están sonriendo, que son optimistas, positivas, alegres y agradables con los demás. Por otro lado, también hay personas a las que cuesta sonreír, bastante pesimistas, algo negativas, poco alegres y que no es fácil convivir con ellas. Y esto, ¿a qué se debe?

Para explicar cómo somos Baldwin elaboró una teoría que explicaba lo que era el “apego”, a lo que Ainthsworth añadió la teoría del “apego seguro”. Según esta teoría los niños y niñas adquirimos una seguridad en nosotros mismos en función de la confianza que establecimos con nuestros padres, en especial, con nuestra madre durante los tres primeros años de vida. Explican estos psicólogos que un cuidado autoritario, lleno de exigencia y de normas, produce lo que llaman un “apego inseguro evitativo”; y que un cuidado descuidado, sin ritmos, ni normas, produce un tipo de “apego inseguro ambivalente”. Por el contrario, un cuidado cariñoso y afectivo, de una parte, pero que establezca ritmos, pautas y algún tipo de norma acorde con el desarrollo del niño produce un “apego seguro” que se manifiesta en un niño seguro y confiando, de pequeño, pero también, un adulto aplomado, equilibrado y con una alta autoestima.

Yo recomendaría al lector, al igual que hago en mi canal de Youtube, a que reflexione, que piense cómo fue el cuidado, la educación que le dieron sus padres cuando era pequeño; si fue ambivalente; es decir, unas veces lo querían o le exigían según daba el día; si fue permisivo, le dieron todo lo que quería y con muy pocas normas; o si le quisieron de verdad, simplemente por ser su hijo o su hija; le dieron mucho cariño, pero a la vez, le marcaron ritmos, hábitos y pequeñas normas adaptadas a su edad.

Bien es verdad que como nos dice Lyubomirsky, el 50% de nuestro carácter depende de la herencia, pero la influencia de la forma del cuidado de nuestros padres fue decisiva para establecer cuál es nuestra sonrisa: sin sonrisa en la mayor parte de las ocasiones, es decir, serios; casi siempre sonriendo, pero con una sonrisa falsa, que se nota; o, personas casi siempre con una sonrisa amable y afable a la vez. Mi estadística me dice que somos mayoría los del primer grupo; y que habría alrededor de un 20% a repartir entre los otros dos grupos.

Amablemente, le pediría al lector que se mire en espejo y adivine cuál es su sonrisa, porque esta indicará cuál es su nivel de autoestima, de confianza en sí mismo. Y, ojalá, Vd. sea de esas personas con la sonrisa siempre en la cara.