Opinión

Más paciencia

Dando unas notas de humor atemporales, aunque, dadas las circunstancias de esta actualidad… es que desconozco cómo abordar las palabras ni afrontar la situación que nos supera por momentos amarrados a la desolación.

No sé qué viajes nocturnos hago por mis sueños, donde todo se arreglará, aunque luego amanezca con una cosa por cada lado y la cama como si hubiera estado batallando mil guerras más o menos concernientes, con el colchón corrido hacia la izquierda ya que es hacia donde termina aterrizando mi cuerpo tras la postura central boca arriba, como si mirara las estrellas y les pidiera buenos deseos fehacientes para que cada ser humano pueda alcanzar lo que se haya propuesto. Para volver por unos minutos a la derecha de mi costado, tan memorable de lo maternal de las cartas no recibidas.

Las ideas aparecen ordenadas tras la conexión de mis viajes oníricos porque el corazón sigue trabajando a pesar de todo. Y el alma doliéndose de los vivos enfermos y cuantos sanitarios están ahí con una lealtad ilimitada. Por aquí sigo, plañendo por los muertos y haciendo elegías para las familias que perdieron a los suyos sin poder haberse despedido, salvo en algunos casos concretos en los que la tecnología ha hecho de abogada mediadora con el rezo de las manos haciendo y las bocas en plegaria.

Confinados por la terquedad, nuestro puesto en una atalaya inamovible hace que nos demos cuenta de que la panorámica no pinta muy hermosa que digamos. A ver si se dan por aludidos los taciturnos, mayor o menormente tácitos, que no están cumpliendo con cuanto nos fue dicho bajo estricta recomendación de la prudencia.

Si hay gente que se quiere arrejuntar, tiempo habrá para ello. Mas primero tendremos que ir pautada y pausadamente por los corredores de las calles vacías que nos aguardan, y caminando con la distancia estudiada de unos a otros.

Los ratos que hagan falta de esta guisa, hasta que todo vaya volviendo a una rutina un tanto novedosa, ya que por lo menos habrá quien haya reflexionado por fin e incluso sacado conclusiones que se atrevan a resumir que bajo ningún concepto se puede prolongar el estilo de vida que estábamos esclavizados a llevar, bajo la inmerecida condena del pago del pésimo comportamiento ególatra de los pertinaces en la malevolencia.

Sea pues voluntad común que salga de dentro de cada cual la de estar donde hay que estar y con quienes sea menester compartir estos días de confinamiento o de soledad repartida por un espacio acotado.

No se puede medir la capacidad de establecer métrica, con o sin rima, para la paciencia que hay que tener sobre la capa de la tierra. Así que cada ente tenga la santa reliquia de rescatarla en actos benevolentes para consigo mismo y, por supuesto, más que teniendo en cuenta al de al lado, también padeciendo los rodeos del viento, siendo isla en medio de un inmenso océano que por nosotros vela.

Que la templanza sea nuestro faro en un camino lleno de dificultades y obstáculos que está uniendo generaciones y personas de todo nivel por un igual. Que los cariños se repartan a conciencia para que pesen hasta que continúen sin molestar. Que las sonrisas sean la luz que nos mantenga en el núcleo de la llama de la brecha para la cual estamos preparados. Y que los abrazos virtuales sean la señal de humo moderna que cohesione estos eslabones de cadena que desembocan en el Amor, punto central y elixir eterno por el cual nos movemos y habremos de regresar al Hogar.

Mientras tanto, siempre mutuo respeto entre las coloridas flores de una esperanza abierta a través de la que pasar juntosbajo un cielo misericorde que nos contempla, orgulloso de cuanto ejecutamos desde lo más profundo de nuestra bondad.

En el mismo barco, por el mismo mar, con los brazos abovedados de tanto querer, los ojos hacia el firmamento y los pies desnudos andando por las veredas y prados que todavía podemos conservar con todo el derecho del mundo.