Opinión

Repasos de satélites y planetas

Pues sí, en días como estos es más cierto que nunca que el pasado está formando parte del presente. No se va a empezar de cero en vida privada, pero sí relativizando. Alejados de los momentos de paz y conversación en cada pueblo, muchos van y vamos a rememorar otras semanas santas, o sin abstinencias.

No sirve de nada aislarse, como tampoco educar no comprando tele a un niño que se queda sin conversación Netflix con los demás.

Ha muerto Aute, una de las memorias artísticas de la primera transición. Luego alejado por propia voluntad de la creación de proyectos dirigidos para ese escenario de trampantojo permanente: las televisiones privadas que surgieron en los 90. Abofeteándonos con su programación sobre la naturaleza verdadera, única, grande pero nunca libre sino siempre paternalista de España. Mostrando esa verdadera sociedad de centro centro siempre latente: la que decantaba las elecciones a favor de Felipe, se negara o no a sí mismo y su creciente patrimonio tras amargar podando bonsáis y tallando esmeraldas.

Hoy no se puede ir a la biblioteca pública a vivir de la segunda novedad cultural al alcance. Por eso la biblioteca propia, videoteca, álbum de fotos familiar y memoria deportiva y musical, se visitan con renovada e incluso única fruición. Para una primera o segunda lectura o visionado reposados.

Se revisan aquellos partidos de fútbol y baloncesto lentos. Etapas del tour con aquellos amagos de primer dopaje que hoy causan sonrojo ingenuo, de cuando Perico llegaba tarde a las contrarrelojes, de cuando Señor y el Real Zaragoza aportaban tres internacionales –y lo mismo el CAI en baloncesto o más…-

Habrá mucha gente volviendo a ver o conociendo por primera vez la obra de Bunbury cuando Héroes, a Labordeta o Bullonera, a los Niños del Brasil y Más Birras. Haciéndose sus propias composiciones, sus cachitos, tengan la edad que tengan.

Volviendo a su ser intemporal y único, atravesarán iluminaciones y nirvanas diversos. Incluso por compartición con sus hijos de su vida real, de los fundamentos de su oficio. Y nuestro oficio de vivir, el de cada uno, también es el filtrado que por obligación hemos sido obligados a hacer de la vida pública en la nuestra interior. Los más afortunados habrán puesto a tal efecto una mascarilla de la buena o un trasmallo de los que no pasan mi madrillas.

Yo he vuelto a la música española y universal de los últimos años oída deprisa. A Los Planetas intentando entender las luminosas por sombrías letras de Jota, a Extremoduro donde Fito, a Maniobras Orquestales de la Oscuridad y New Order… A los himnos emocionantes de Mari Trini, la poesía de Vainica Doble, la suavidad de luz de puesta de sol melocotón de Anny B Sweat o de Morgan.

A los poemas de Karmelo Iribarren, de Seferis o Ángel González; también al arte oriental leído un día por postureo, deprisa y mal; a la literatura de viajes de la Ilustración, de la mano de Carpentier.

A la última música del patriota marraca pero tierno Johnny Cash, imaginándome en las saladas de Bujaraloz y Sástago. Disfrutando por elección de toda la distancia social menos de una.
Incluso al propio Aute.

Y si todo va tan bien, por qué este dolor que siento
Y si todo va tan bien, si todo es tan sencillo, ¿por qué este vacío, que siento?
Si es tan fácil, por qué duele así por dentro.
Rezando porque des una señal, los días cada vez van más despacio…

Los Planetas hacen falta, mirar hacia arriba y hacia dentro. Nuestras órbitas y cadenas de ADN no tan lejos de las cucarachas. Como dijo Kafka. Hemos afinado el fanal del faro en uno o pocos puntos.