El carnet de “españolidad” tan importante en estos tiempos de gritos y bulos

He visto que el coronavirus ha abierto la veda y están saliendo a la palestra los que otorgan el carné de españolidad. Nunca tuve seguro cuál era la rama, si Letras o Ciencias, que tenias que tomar para lograr ser uno de esos individuos con la suerte o la preparación para poder distinguir si eres buen o mal ciudadano español.

¿Qué pruebas tendrán que pasar, o que materia han de estudiar para poder llegar a ese nivelazo de conocimiento como para permitirnos ser o no español? ¿Y qué ministerio otorga este título? A mí por decir que no siento la obligación de gritar “Viva España”, y que prefiero trabajar de manera voluntaria en muchos proyectos para probar mi esfuerzo, interés, y empatía por mis conciudadanos, se me ha explicado que no tengo “ni medio gen de español”.

Y esto me lo ha dicho un señor que cuando sale a la ventana a gritar para apoyar a la sanidad pública, acaba con “Vivas” a España, ya que los que no lo gritan “tienen complejos”. Y vaya papeleta a estas alturas de la vida el buscarme una nacionalidad nueva, aunque hay muchas que me llaman la atención, como ciudadano ibérico, o europeo a secas, o quizás ciudadano del mundo.

Nos vemos una y otra vez aguantando a aquellos que nos aportan sus visiones de cómo “son las cosas como Dios manda” y a aquellos que, a la hora de poner musiquita alta, os tienen que poner himnos para recordaros vuestra identidad, o para forzaros a compartir la suya. En la última semana resulta que la persona que más ha hecho por España en mucho tiempo es un señor que no es español.

Este señor ni habla español como primer idioma, ni tiene pulserita con la bandera de España y ni siquiera tuvo a finales de los 90 aquel polo con la bandera en el cuello. Tampoco se hincha a decir los “como en España, en ningún sitio” ni necesita subirse al Peñón de Gibraltar a plantar banderas.Y este señor no celebra los goles de la selección, ni ha necesitado pasar la prueba de fuego de gritar “yo soy español, español, español” a altas horas de la madrugada abrazado a señores que acaba de conocer.

Antonio Costa, primer ministro portugués, levantó la voz por su vecino cuando un señor holandés de esos que saben mucho de finanzas, mostrando falta de empatía y metiendo a su país en un charco diplomático de consideración, decidió utilizar el coronavirus para tratar de sacar los colores a los vecinos del sur, pero en especial a España e Italia.

Gran simpatía levantó Antonio Costa entre muchos españoles al ver que un representante extranjero se mojaba en un foro internacional por nosotros. No solo Portugal es el país que nos da 12 puntos en Eurovisión, mandemos lo que mandemos, sino que a pesar de la actitud de superioridad histórica de muchos españoles (que incluso piensan puerilmente que somos muy diferentes a nuestros vecinos, los genes ya saben, la furia y esas cosas) se mostró enérgico tildando de “repugnante” la intervención holandesa.

Ha tardado varios días, pero Wopke Hoekstra, el ministro en cuestión, se excusó aludiendo a que le falto empatía… y es que 4 días con el coronavirus encima te hace de repente pensar que quizás no te va tan diferente a como les iba a los 2 países aludidos hace solo 2 semanas y quizás has de pedir a países vecinos ayuda médica y solidaridad, sí, la misma que le faltóen su discurso de hace una semana.

Pues Antonio, quien por su nombre bien podría ser español, ya ha hecho mucho más por mi país que muchos que conozco, que usan las banderas a modo de objeto arrojadizo, opinan que todo el que no use su léxico y su liturgia del españolismo “como Dios manda”, no deberían poder vivir en este su país, o visitarlo en mi caso.

El coronavirus está arrasando, pero también está sacando a la luz mucha positividad, ganas de agradar, y quizás mostrando una vía para mejorar aspectos de nuestras vidas. Lo que saquemos en positivo que se quede para siempre, y lo que sobre o nos falte, que salga de nuestras vidas con la cuarentena. En este nuevo estado de vida congelada por unas semanas o meses no nos queda más que contar no hasta 10, sino hasta 100, o 1000.

A diario los comentarios y noticias van subiendo el nivel de estrés de todo el mundo y las redes sociales son un claro espejo del nivel de frustración, y nuestros políticos saben perfectamente como jugar con esos sentimientos.

Golpe de Estado (factico) y 4 ministerios pide el del escritorio con bote de pimentón Titan. El del mapa político forrado de plástico como el que tiene mi hija y los mapas para colorear encima de la mesa (¿me queda la duda si el mapa es el de 17 comunidades autónomas, o el que nos regala a Castilla La Vieja el puerto de Santander?). El Cid Campeador 2.0 no necesita ordenador en su escritorio para organizarte un evento en Vistalegre, y luego decirte que se lo tenían que haber impedido “los otros”, o decirnos que había que haber cerrado el país a cal y canto, y luego que “tanto no, hombre… no me cierre las mercerías!!”.

Pero es que ellos lo hacen porque son españoles de verdad, no como tú, que no te desgañitas a gritar Viva España, y no eres capaz de identificar, como ellos, quien es buen español y quien no.

David Casarejos, presidente del Consejo de Residentes del norte de Reino Unido