Opinión

La depresión y la primavera

Como cada primavera se asoma a nuestras vidas de forma más intensa y palpable la depresión, una enfermedad muy frecuente, tan frecuente como poco comprendida y menos aceptada. Estar deprimido no es estar triste, ni cansado, ni abúlico, no es solo eso, es eso y muchos más síntomas que pueden convertir la vida en un infierno.

El 5% de la población mundial la padece. En España tenemos unos dos millones y medio de pacientes deprimidos, no tristes, ni con problemas humanos. Son enfermos de depresión, de melancolía según los libros clásicos. Su tristeza es inmotivada, sin explicación lógica alguna. Su cansancio es desproporcionado, su falta de ilusión total, sus ideas pesimistas e irrebatibles. Y por si no fuera suficiente tiene también dolores diversos, trastornos digestivos, opresión en el tórax y abdomen, pérdida de la libido, trastornos en el sueño y en el apetito.

La depresión es una alteración hormonal y neuroquímica de la que todavía nos falta mucho que saber y conocer. No tenemos marcadores biológicos que nos permitan un diagnóstico siempre certero, la evolución a veces es errática, los tratamientos aun siendo eficaces, pueden en ocasiones no dar la respuesta deseada. Pero a pesar de esos inconvenientes el panorama para el 80% de los enfermos es muy positivo.

La depresión en muchos casos requiere tratamiento muy prolongado, en ningún caso menor del año y con frecuencia de forma indefinida. Todo lo que sabemos hoy es que estamos ante una dolencia de base genética y cuya expresividad sintomática depende de factores tan variables como son: la forma de ser, la educación en la infancia, la existencia de situaciones estresantes. Incluso a veces depende también de causas alimentarias, climático-estacionales y del consumo de ciertas sustancias.

Aún queda mucho camino que andar, pero las perspectivas son cada vez mejores y más optimistas. Cada año salen nuevos tratamientos para una enfermedad compleja y que convive con todos nosotros desde hace muchos, muchos años.

Mi recomendación es muy clara y sencilla. Si cree que tiene una depresión no espere, no se va a curar sola, ni tampoco hablando de ello con su pareja o amigos. Hay que tratarla médicamente lo antes posible, ya que de un abordaje precoz dependerá el pronóstico y las posibles recaídas.