Más del 40% de los expedientes de conflictos de menores de 14 años se resuelven extrajudicialmente

En la última década, han sido casi 4.000 menores los que han pasado por el programa del EMCA
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En Aragón, el 40% de los expedientes que pasan por la Fiscalía de Menores no llegan a juicio porque se aplica una solución extrajudicial gracias al personal del Instituto Aragonés de Servicios Sociales que trabaja con dos áreas enfocadas a los menores: el Equipo de Medio Abierto (EMA) y el Equipo de Atención Educativa a Menores de 14 Años (EMCA).

“En ambos equipos lo que se intenta es intervenir con los menores lo antes posible para reconducir las conductas infractoras y para favorecer el que nos demos cuenta de las situaciones de riesgo que presentan estos menores y poder trabajar con ellos”, ha detallado la responsable del Área del Menor en Conflicto Social, Carmen Sierra.

Aragón es referente en la atención a menores que delinquen a través de ambos programas en España, que tienen como base de trabajo la prevención, la atención integral al menor, a su entorno y a la víctima, así como la labor educativa para evitar la reincidencia. Esto implica que se pueda trabajar con los menores de forma inmediata y sobre todo que se pueda intervenir con las víctimas, importante en el caso de que sean menores de edad.

“En estos servicios se pretende, en relación con la justicia juvenil, ser proactivos, tomar medidas, prevenir y cuando se produzca esa infracción actuar entre el infractor y la victima para que el menor que ha cometido la infracción sea consciente y conozca su delito y, por otra parte, que se tomen medidas”, ha explicado la consejera de Ciudadanía y Derechos Sociales del Gobierno de Aragón, María Victoria Broto.

El EMCA, que integra tres educadores, tiene como objetivo evaluar, corregir o derivar las situaciones de conflicto social de los menores de 14 años infractores a la ley mediante la educación del menor en valores de convivencia y la introducción de cambios en su entorno familiar y social que posibiliten su desarrollo como persona. En la última década, han sido casi 4.000 los menores que han pasado por esta área.

El éxito de este programa radica en su programación y su acción, que se centra en tres pilares: la situación personal y familiar del menor, el hecho infractor que se ha cometido, y la víctima. De esta manera los educadores llevan a cabo una labor individualizada con los chicos y sus familias y las medidas que se establecen para reconducir la situación pasan por acuerdos familiares y sociales, amonestaciones o educación vial, entre otros.

“El EMCA trabaja primero con el menor, viendo las características que tiene, aplicando programas educativos que de alguna forma reduzcan los niveles de riesgo, hacerle reflexionar sobre el hecho infractor, ver qué características tiene la familia para ir corrigiéndolas, haciendo inmediaciones con la víctima, entre otras medidas. Además, desde el principio del proceso se tiene en cuenta a la víctima”, ha añadido uno de los educadores del EMCA, Pascual Jiménez.

Reparar el daño

En el caso de la conciliación-reparación, el equipo de educadores, integrado por 13 profesionales, establece qué labores debe realizar el menor para reparar el daño causado. Estas actividades pueden ir desde colaborar en entidades sociales o realizar actividades educativas con el equipo del EMA. Además, el autor del daño siempre debe pedir perdón a la víctima y llevar a cabo una reparación relacionada con el hecho delictivo. En el caso de las medidas judiciales, las resoluciones pasan por la libertad vigilada y los servicios en beneficio de la Comunidad.

La ley de la infancia y la adolescencia en Aragón define a los menores en conflicto social como aquellos que pueden causarse daño a sí mismos o a los demás. Una definición a la que hay que añadir que estos chicos y chicas establecen una relación inadecuada con el entorno o un conflicto con el contexto normativo, poniendo en peligro su correcto desarrollo y dando lugar a un posible inicio del proceso de inadaptación social.