Marta Gastón: "Para ser competitivos, debemos buscar fórmulas alternativas a la destrucción de empleo"

Marta Gastón lleva al frente del departamento de Economía y Empleo del Gobierno de Aragón desde 2015
photo_camera Marta Gastón lleva al frente del departamento de Economía y Empleo del Gobierno de Aragón desde 2015

Aunque nunca imaginó en su infancia lo de “ser política”, desde julio de 2015 ostenta el cargo de consejera de Economía y Empleo en el Gobierno de Aragón. Los años de experiencia le han otorgado una reflexiva visión en perspectiva sobre los retos que enfrenta la Comunidad y las fortalezas que indudablemente posicionarán al territorio aquí y allá. Su labor se centra en ello. En explotar al máximo el potencial de un Aragón ejemplar que tiene que empezar a creérselo un poco más.

Amante de la lectura que rehúye las distopías y de la música “de siempre”, Marta Gastón analiza en Aragón Digital el actual escenario socioeconómico, con sus pros y contras, donde la política ejerce de principal agente del progreso. Una política que, aun confiscándole un codiciado tiempo de sofá-manta para repasar capítulos de El ala oeste de la Casa Blanca, confiesa llevará por dentro hasta el fin de sus días.

Pregunta.- Ya son algo más de cuatro años al frente de Economía y Empleo. ¿Qué balance hace del trabajo del departamento en este tiempo?
Respuesta.- Ya tenemos cierta experiencia, sí. Han sido años de aprendizaje personal y de conjunto. Al final, esto no deja de ser un trabajo en equipo, de cara a lograr nuestro objetivo: tratar de dinamizar y mejorar el ecosistema económico de nuestra Comunidad y ayudar a nuestras empresas a que puedan crear cada vez más empleo, disminuyéndose así uno de los problemas más acuciantes del país: el desempleo. En este tiempo, hemos llevado a cabo múltiples acciones y estrategias, salvando múltiples urgencias, y en esa línea seguiremos.

P.- ¿Y cuál cree que ha sido el talón de Aquiles? Algo que se haya atragantado más de la cuenta o que, en retrospectiva, hubiera deseado hacer de otra manera…
R.- No somos fans de la autocomplacencia y creemos que siempre hay parcelas de mejora. Sin ir más lejos, el propio crecimiento económico o el desempleo. Por mucho que haya descendido, un buen número de aragoneses sigue sufriendo esta lacra. Es un reto al que nos tenemos que enfrentar como prioridad. Nos encantaría poder llegar un día y decir que tocamos con los dedos el pleno empleo. No es que sea utópico, pero sí muy difícil hoy en día. Mientras, trabajaremos por mantener a la Comunidad como uno de los territorios con mayor descenso porcentual de desempleo del país.

P.- Precisamente, están siendo semanas negras para el empleo en Aragón. El cierre de la Central térmica es inminente…
R.- Las cuencas mineras turolenses han estado ocupando nuestra agenda diaria. Es algo que nos produce gran preocupación, pero lo cierto es que no es fácil cambiar en poco tiempo la dinámica de monocultivo económico que ha operado en la zona durante más de 40 años. La diversificación de actividades y empresas es un trabajo paulatino, y, aunque todo ello irá viendo la luz, llevará su tiempo encontrar alternativas que palíen el hueco laboral que deja la central. La preocupación es lógica y compartida. Ojalá pronto pueda resolverse todo y ojalá los habitantes de la zona puedan pronto palpar el empeño que hemos puesto en ellos.

Para Gastón, en política, el trabajo transversal es el puntal más importante para alcanzar el bienestar común

P.- Febrero también está dejando sensaciones agridulces por los distintos conflictos laborales abiertos. Hay programación de ERE en Schindler, PSA, Ibercaja… ¿Todo esto, se escapa de las manos del Gobierno?
R.- Aquí han confluido varios factores determinantes. Primero, que todos los anuncios se hayan producido a la vez, solapados en el tiempo, y no a modo “goteo”. Además, todo ellos provienen de compañías importantes. No son empresas “cualquiera”. También ha resultado cuanto menos peculiar que –y a falta de conocer el cierre ordinario del ejercicio- dichos Expedientes de Regulación de Empleo se hayan lanzado ahora, cuando no parece que estas compañías se encuentren atravesando el peor de sus momentos. En el caso se Opel o Schindler, los últimos resultados eran buenos. Por ahora, las negociaciones están abiertas y cuanto nos queda es velar por que resulten lo más beneficiosas posibles para los trabajadores, en cumplimiento de todos los derechos. Sin lugar a dudas, los efectos de la desaceleración o la digitalización no son sino piedrecitas del camino. Es duro, pero deberíamos ser conscientes del daño que puede conllevar esa búsqueda de competitividad sin tener graves problemas empresariales. Hay que buscar fórmulas alternativas para ser competitivos y no exclusivamente reduciendo mano de obra. En cualquier caso, asistir a una pérdida de empleo de este calibre, con tantos despidos, acaba dejando poso. Esto ha de conducirnos a una seria reflexión.

P.– El concepto de la competitividad en ocasiones se emplea de manera ambigua. Se achaca la reestructuración a esa mejora de la competitividad, pero ¿hay motivos reales o tan solo es un clásico ahorro en costes, a costa del trabajador?
R.- No se puede generalizar, pero solemos emplear el concepto de la competitividad como eufemismo para referirnos a la mejora en la cuenta de resultados. Por supuesto, cada caso es diferente y particular. Aun así, en automoción, esa competitividad es más que constante y -entre plantas- Figueruelas sí es competitiva. Ellos mismos muestran los resultados, por lo que, en cierto sentido, esa evidencia “choca” con la reestructuración. Algo que, por otro lado, vienen ya haciendo años atrás. Lo novedoso en este caso es que, según anuncian, el nuevo ERE extintivo no va a venir acompañado de contrataciones relevo. En el caso de Schindler se nos comunicó con unas horas de anticipo y nos pusimos inmediatamente en contacto con la empresa para que nos facilitara más detalles que justificaran esa drástica medida. Según su explicación, la producción de la línea queda obsoleta, por lo que se derivará a una planta Eslovaca. En cualquiera de los casos, haremos un acto de fe y dejaremos que los representantes de los trabajadores negocien, aunque mantenemos que se deben buscar alternativas para no destruir empleo.

P.- Demasiados frentes abiertos y a los que se suma la variable internacional. Crisis sanitarias, guerras comerciales, Brexit… Será duro gestionar todo este embrollo, ¿corre peligro Aragón o sabrá salir reforzado?
R.- En la economía influyen variables internacionales, es la naturaleza de la economía global. En realidad, todas estas cuestiones quedan fuera de nuestro dominio, en cuanto a margen de acción. La aragonesa, en concreto, es una economía abierta, por lo que cualquier evento puede afectarle directa o indirectamente. De hecho, han llegado y llegarán amenazas constantes, pero nuestro tejido empresarial tiene una enorme capacidad de resiliencia. Saben adaptarse al entorno y salir adelante. Mientras, nuestro papel es estar con nuestras empresas -porque son ellas las que crean empleo- dinamizarnos y optimizar nuestras fortalezas. Posicionarnos como territorio.

La consejera defiende que hay ciertos aspectos de la Reforma Laboral que deben “corregirse”

P.- No parece tarea fácil ¿Cómo priorizan las políticas? ¿Bajo qué criterios se jerarquizan?
R.- Lo que hay que tener claro es que nuestro papel pasa por facilitar el crecimiento, el entorno, por ejemplo, ayudando a las empresas a diversificar producto. La internacionalización permite que la economía sea más fuerte. No es viable el monocultivo económico. Esto es: no podemos depender exclusivamente de la agroalimentación, por muy tradicional que sea el sector. Hay que trabajar por la apertura de nuevos mercados y negocios. Parafraseando al presidente de la Asociación de las Industrias Agroalimentarias “no podemos ser solo granero”. No solo hay que producir, sino que debemos retener aquí el valor añadido. Tampoco podemos depender exclusivamente de la automoción, aunque sí debemos ayudarle a que se internacionalice. Avanzamos mucho al poner en marcha la mesa de la automoción, trabajando conjuntamente con los Clústeres. Lo mismo ocurre con la logística, I+D o la energía. Nos estamos posicionando y Aragón es líder en megavatios.

P.– La economía es híbrida. ¿Lo es también la política? ¿Es el Diálogo Social la gran fortaleza de Aragón? Esa sinergia interinstitucional…
R.- Totalmente. Lo importante es tener capacidad de trabajar transversalmente. Es, o debería ser, el día a día. Si trabajáramos cada uno desde nuestra parcelita, no seríamos eficientes. Todos los departamentos debemos ir de la mano, porque todos sumamos. Todos trabajamos por hacer un Aragón más fuerte y atractivo de cara a la inversión. Hemos llegado a poner en marcha importantes medidas gracias al Diálogo Social. Y sí, Innovación, Agroalimentación, Industria. Todo es economía. También termina siéndolo la formación, y, por eso, debemos buscar la mejora de las cualificaciones para nuestra gente. Al final, ese es nuestro gran valor: el talento. De hecho, lo que más nos dolió durante los años de crisis es que mucho de ese talento joven tuvo que irse, y, huelga decir que cuando la gente se va por necesidad, es muy difícil que vuelva. Aun así, hay que seguir apostando por intentar atraer ese retorno. Es, sin duda, trabajo de todos.

P.– El FMI publicó días atrás un informe en el que exponía que la reforma laboral del Partido Popular agredió a la calidad del empleo. ¿Tuvo culpa la reforma en esa fuga de talento?
R.- Lo del informe es curioso, porque las versiones cambiaban según el medio. En cualquier caso, yo no puedo hablar del informe en sí, sino de lo que hemos percibido a lo largo de los años. La reforma laboral fue apoyada por empresarios para tratar de paliar en la medida de lo posible la sangría que se produjo durante los durísimos años de crisis. Con esta medida pudo dase cierto oxígeno a las empresas y hay algo que siempre me gusta reconocer: todos fuimos partícipes de ello. Todos estábamos en el mismo barco. Todos fuimos solidarios con la reforma, ajustándonos a ella. Los tiempos ahora han cambiado y, aunque no puedo afirmar con rotundidad que se haya salido de la crisis, sí es cierto que hay mejora. Por eso, lo que no parece justo es que no se apliquen modificaciones. Es momento de que los trabajadores ganemos ese poder que, sin rechistar, cedimos entonces por el bien general, esa negociación colectiva. Sin duda la reforma permitió la creación de empleo, pero es que no debe solo importar lo cuantitativo. Es lo cualitativo. El tipo de empleo, la calidad. Mes tras mes seguimos registrando una alta temporalidad de contratos, persistiendo una precarización amparada por la reforma laboral. Hay aspectos que deben corregirse, mejorarse.

P.- Ha sido también duramente criticada una de las medidas express de este primer gobierno de coalición en la historia de la democracia española: la subida del Sueldo Mínimo Interprofesional ¿Puede realmente tambalearse tanto todo o es pura munición política?
R.- El SMI ya se subió en el pasado año y fue un salto importante, un 23,3%. Este año, el alza corresponde en neto a 50 euros. Sin embargo, ese incremento no va de subidas salariales a todo el mundo al tun tún, sino de mejorar las condiciones de la gente para que pueda hacer frente al coste de la vida, de acuerdo con la justicia, la dignidad y la decencia. Si alguien busca una correlación directa y negativa de la subida, como ocurrió en el sector de la agricultura o del trabajo del hogar, debe analizar antes la situación en perspectiva. Hay que buscar los motivos en la estructura, en la cadena de precios. Aun así, creo que lo más importante de esta medida es que se produjo en el seno del diálogo social. Se dio el okay a una subida gracias a un acuerdo. Un acuerdo potentísimo que no hace sino mandar un mensaje a la sociedad de que hay voluntad de mejora.

P.- La crispación social continúa en primera plana, junto con el resurgimiento de posturas ideológicas enfrentadas como telón de fondo. Desde su posición, ¿detecta el hartazgo de la ciudadanía? ¿Está haciéndose bien la política o es la principal promotora de la hostilidad?
R.- La ciudadanía contempla de manera abrumadora a los políticos como uno de los principales problemas. Es algo que debe llevarnos a examen, porque algo se está haciendo mal. No cabe la menor duda. Todos tenemos nuestra parcela de mejora. Hay personas que piensan que en las manos de los políticos está la solución de todo, pero es imposible.

P.- Con la crisis eclosionó un nuevo paradigma político. ¿Qué es lo que ha cambiado?
R.- La estructura. Toda esa amalgama de nuevas fuerzas políticas que hace impensable el retorno a las mayorías absolutas. Es un panorama difícil de manejar, y por eso los pactos son indispensables. En realidad, esos pactos siempre han estado presentes en política, pero eran de otra clase, más orientados al apoyo puntual para aprobar, por ejemplo, presupuestos. Lo que cuesta ahora digerir es la coalición gubernamental, pero hay que adaptarse a la nueva realidad y ver la convivencia con total naturalidad. Lo del cuatripartito en número es una novedad, pero la negociación estuvo siempre en nuestro ADN. Eso sí, reconozco que no es fácil trabajar con cinco actores, y hay que saber echar horas, negociar y ceder, pero el resultado sale fortalecido. “El acuerdo” es, sin duda, un puntal muy importante en Aragón. Tiene tal valor que nuestro modus operandi se ha tomado como modelo en otras zonas de España.