Vera de Moncayo se convertirá el 11 y 12 de enero en la capital mundial de la trufa

La cantidad de trufa producida en Aragón supone el 65% de la producción mundial
photo_camera La cantidad de trufa producida en Aragón supone el 65% de la producción mundial

La localidad de Vera de Moncayo acogerá los próximos 11 y 12 de enero la cuarta edición de la su Feria de la Trufa, uno de los productos estrella de la Comunidad. Aragón concentra en torno al 65% de la producción mundial de trufa, por lo que este evento tiene como objetivo promocionar este hongo y ensalzarlo como un elemento a tener en cuenta en la lucha contra la despoblación de la región.

En este sentido, el diputado de la DPZ Feliciano Tabuenca ha manifestado que esta cita es “una forma de crear recursos, de que los pobladores del medio rural puedan estar en sus municipios y combatir la despoblación”. Por su parte, el concejal de Agricultura y Medio Ambiente de la localidad, Ángel Bonel, ha añadido que “es un producto que supone una alternativa, que no necesita una inversión muy fuerte ni una cantidad de superficie elevada para que los jóvenes y la gente de mediana edad pueda volver al mundo rural y quedarse”.

“En Vera de Moncayo hay varias familias que han apostado por este tipo de cultivo y han podido quedarse”, ha continuado Bonel, ya que la localidad cuenta con una población de aproximadamente 350 personas, de las cuales seis familias se dedican a la truficultura.

Como novedad de esta edición, el evento ha sido reconocido por primera vez como feria oficial por el Gobierno de Aragón, algo que, según explica la alcaldesa de Vera de Moncayo, Marta Azagra, “supone que la Feria pueda alcanzar una mayor difusión y pueda tener más recursos a la hora de desarrollarse”, ya que hasta la fecha se había celebrado con fondos propios de la localidad y la Asociación de Truficultores de Zaragoza y la ayuda de los vecinos de Vera de Moncayo.

“Ahora, al ser declarada feria oficial, en 2020 ya podemos optar a subvenciones del Gobierno de Aragón y la Diputación Provincial de Zaragoza”, algo que ya se materializa, por ejemplo, en la cesión de las instalaciones del Monasterio de Veruela para la celebración de eventos enmarcados dentro de la Feria.

Además, esta edición del certamen estrenará una serie de concursos relacionados con la trufa. Uno de ellos irá destinado a que los truficultores puedan demostrar la habilidad de sus perros buscadores de este hongo, donde deberán encontrar un número determinado de trufas en una parcela. También habrá un galardón que premiará a la mejor trufa en tres categorías –tamaño, aroma y presencia-, donde el jurado estará compuesto por expertos cocineros y periodistas del sector. Según ha avanzado Bonel, estas trufas se subastarán para todo el público y el 20% de lo recaudado se destinará a la investigación contra el cáncer.

Estas actividades se unen a otras como las charlas de iniciación –una de ellas impartida por el experto Santiago Reyna-, los talleres de cocina con la trufa como elemento principal, la elaboración de tapas para degustar con un vino de la región –del que se harán eco diversos establecimientos de Vera- o un taller de maridaje de la trufa con aceites y vinos. En total, serán 21 los puestos de la Feria, que estarán ocupados por la Asociación de Truficultores, las denominaciones de origen Sierra de Moncayo y Campo de Borja, productores, representantes de viveros y expertos en el cultivo de la trufa, entre otros.

La Asociación de Truficultores exige percibir más por el producto

El presidente de la Asociación de Truficultores de Zaragoza, Jesús López, ha aprovechado la ocasión para criticar el dinero que percibe el productor de la trufa en Aragón con respecto a los precios que establecen los comercios. “El productor es quien arriesga su dinero y su esfuerzo para que pueda haber producto, y no vemos normal que nos llevemos tan poco en comparación con los comercios”, ha denunciado.

Según ha reconocido, “hay superproducción y el mercado lo absorbe, pero a precios bajos”, a la par que ha cuantificado en una media de 400 euros por kilo lo que el productor percibe por la trufa “aunque luego los comercios lo vendan más caro”, con unas cantidades que, según ha demostrado, llegan a superar el doble del importe que perciben los truficultores.