Zaragoza, séptima Zona Franca de España

El principal objetivo trabajaría de manera proactiva el estímulo de la eficiencia productiva empresarial
photo_camera El principal objetivo trabajaría de manera proactiva el estímulo de la eficiencia productiva empresarial

Echando un vistazo al mapamundi se aprecian Miami, Quito, Tucumán, Tánger o Pucallpa. Ya en el marco de España, también pertenecen a este grupo Barcelona, Vigo, Santander, Las Palmas, Tenerife, Cádiz o Sevilla. Son, todas ellas, las llamadas “Zonas Francas”. Ciudades que han sido de algún modo configuradas por sus gobiernos como regiones complacidas con ciertos beneficios tributarios o aduaneros. Es el caso, por ejemplo, de las exenciones de pago de derechos de importación en el apartado de mercancías, o de algunos impuestos o cláusulas reguladores congénitas a la actividad mercantil. A la no tan extensa lista de urbes privilegiadas podría estar a punto de anexionarse una aragonesa: la capital, Zaragoza.

Es el razonamiento que recientemente ha defendido el joven profesor de la Universidad de Zaragoza y colaborador de Fundación Basilio Paraíso Eduardo Sanz-Arcega, quien contempla la cuestión como una interesante válvula propulsora de la economía aragonesa del futuro. También actuaría como noble factor amortiguador, máxime cuando esta, la economía, se advertirá pronto tendente a surcar la senda de la ralentización.

En opinión de Sanz-Arcega, la ciudad de Zaragoza reuniría casi en serie las condiciones necesarias para, en término, generar una demanda integral más “sensata”. Si bien, resulta ser de exclusiva competencia gubernamental la delimitación del perímetro dentro de un territorio, por lo que su creación debiera estar autorizada, en última instancia, por España. Aun así, advierte el autor en su monográfico, incluido en el número 69 de la revista Actualidad Económica de Ibercaja, el trabajo de intermediación autonómico se contemplaría asimismo crucial, en tanto en cuanto el ejecutivo aragonés pudiera establecer un marco estratégico de actuación orientado a establecer a Zaragoza como la séptima Zona Franca a nivel nacional.

La situación geográfica, las vías de comunicación y la estructura económica son tres de las mejores cualidades aragonesas

La diferenciación de una zona franca

Una Zona Franca no es sino una sub tipología integrada dentro de las políticas públicas regulatorias, encargadas de establecer las denominadas áreas Económicas Especiales a las que pertenece dicha Zona Franca. Estas son, en definitiva, parcelas geográficas en las que la actividad industrial de bienes y servicios, además de la comercial, operan bajo una normativa ciertamente diferenciada del régimen jurídico nacional. Esto es, que acogen particularidades en el tratamiento tributario y fiscal, aunque –y con firmeza viene a matizarlo en el informe del autor- jamás constituyéndose como una suerte de aquello que el argumentario colectivo entendería como paraíso.

El objetivo de todo ello, por tanto, no sería otro que trabajar de manera proactiva el estímulo de la eficiencia productiva empresarial del lugar, ya sea potenciando la fuerza de atracción tanto de “comercio internacional, como de inversión extranjera, de creación empresarial, convergencia regional o de desarrollo de sectores industriales específicos”, acota en su estudio Sanz-Arcega. En virtud de lo estipulado en el renovado Código Aduanero de la Unión (Reglamento UE Nº 952/2013 del Parlamento y del Consejo), citando a la experta en derecho financiero Mónica Siota Álvarez, revela Sanz-Arcega que en estas parcelas se permite introducir, depositar, y, a veces, manipular, transformar o consumir mercancías extranjeras con exención de tributos y formalidades aduaneras. Se refiere a la instauración de un perímetro territorial de exenciones para mercancías en tránsito, en depósito o en transformación.

Y ¿cuáles serían los criterios con que un gobierno ampararía la instalación de una Zona Franca determinada? Suele tenerse en cuenta una perspectiva curva, en la que cobra especial presencia el factor geográfico, el dotacional (capacidad de recursos) y la estructura meramente productiva. Pilares que Aragón, y, en concreto, Zaragoza, vendrían a tener, en opinión del autor, una muy buena cimentación.

Zaragoza como séptima zona franca del país 

Tal y como infiere el autor en el extracto final de su monográfico, los objetivos de la creación de una Zona Franca se orientan al fomento del comercio, la inversión, la convergencia regional y el desarrollo industrial. Escenarios todos ellos tangibilizables en caso de que Zaragoza llegase a convertirse en un área especial. Para Sanz-Arcega, dicha eventualidad vendría refrendada por tres puntos esencialmente característicos de la ciudad: la situación geográfica, las vías de comunicación y su estructura económica.

Así, detalla Sanz-Arcega las altas potencialidades que desprendería la circunscripción metropolitana de la ciudad de Zaragoza, por encontrarse en el “epicentro del hexágono” de un mercado cuyos vértices lo conforman, dice, “las ciudades más importantes del suroeste de Francia y España”, en referencia a los principales nodos comerciales tales como Burdeos, Toulouse, Madrid, Barcelona, Bilbao y Valencia. Un mercado en el que participan, en aproximación, unos 30 millones de ciudadanos. Asimismo, argumenta el autor la capacidad de acogida que presentaría Zaragoza para el asentamiento empresarial, gracias a la ampliación territorial de plataformas logísticas como la de Plaza.

En Estados Unidos existen más de 280 Zonas Francas

Zaragoza se configura también como un existencial nodo en las comunicaciones del suroeste europeo, e, indiscutiblemente, como agente vertebrador territorial dentro de la red intermodal del flujo de mercancías en el nordeste de la Península. Vinculado a ello, destaca finalmente Sanz-Arcega la tercera gran cualidad de la capital del Ebro para ataviarse como firme candidata al séptimo puesto en la lista Franca en España: su destacable contribución al PIB nacional y su creciente vocación exportadora.

A expensas de asistir a una reconfiguración del mapa regulador a medio plazo por intermediación administrativa, el estudio lanza una reflexión final no sin revertirla de cierto espíritu esperanzador: de llegar a contemplarse a la capital de Aragón como nueva Zona Franca, la dinamización territorial que de ella se derivaría podría suponer un punto de inflexión para frenar, entre otras, la despoblación.