La economía aragonesa logrará mantenerse a flote este 2020 dentro de una ralentización globalizada

Ibercaja ha presentado este martes sus previsiones del número 69 de su Revista Económica Aragonesa
photo_camera Ibercaja ha presentado este martes sus previsiones del número 69 de su Revista Económica Aragonesa

Aragón cerrará 2019 con un crecimiento del 1,7%, un dato algo inferior al de España, fijado en el 1,9%. Son las previsiones económicas de Ibercaja para 2020 en un escenario en el que, según el último parte económico de la entidad, que situaba el crecimiento de ambas zonas en el 2,4% y el 2,3% respectivamente, la anunciada ralentización no ha hecho sino afianzar su presencia en las cuentas autonómicas, nacionales y globales. Es una revisión a la baja que, en opinión de los expertos de análisis de Ibercaja, se presenta después de un exponencial e ininterrumpido crecimiento a lo largo de “algo más de cinco años”.

En cualquier caso, y a pesar del leve frenazo, aseguran que la Comunidad continuará manteniéndose a flote. Así, para el próximo año, la entidad sitúa el crecimiento aragonés en el 1,6%. El flujo de crecimiento se verá favorecido, explican, por la resistencia de una actividad industria que ha terminado aderihéndose a una cada vez más fortalecida competitividad empresarial. La evidencia de la ralentización viene apreciándose con mayor intensidad en cada uno de los eslabones económicos a nivel mundial, precisamente, por el efecto dominó que han ejercido los distintos eventos de riesgo que la desencadenaron en origen.

Factores tales como las guerras comerciales internacionales o la incertidumbre del programado Brexit han motivado que el crecimiento aragonés llegue a ser algo más débil en los próximos ejercicios. En palabras del responsable de análisis económico de Ibercaja, Santiago Martínez, 2020 será “peor año” pero, simplemente, porque todavía “no se ha tocado fondo”. En el contexto internacional, será, de hecho, el periodo con menos crecimiento de la última década.

El ejercicio económico que se abre en apenas dos semanas podría entenderse como una pista de “aterrizaje”, tal y como ha ejemplificado gráficamente el director de Comunicación y Relaciones Institucionales de la entidad, Enrique Barbero. Sin embargo, será una pista en la que la economía se pose con mejores amortiguadores, porque la estructura de conjunto, a diferencia de la que presentaba la economía durante la crisis de 2008, “es mucho más sólida”. Además, el optimismo viene reflejado asimismo en la proliferación de los proyectos de inversión que acogen sectores estratégicos aragoneses como el tecnológico o el agroalimentario. Un optimismo que, sin verse demasiado bien reflejado en los datos de crecimiento, concluye que la economía terminará de atravesar una fase de “ralentización”, pero no de “recesión”.

Así, en el tercer trimestre del año, el PIB aragonés creció un 0,3%, situando su tasa interanual en el 1,6%. Un dato que vino a computar la recuperación de los distintos sectores productivos, en especial el de la industria y el empleo. En ese sentido, el ritmo de creación de empleo y la aceleración de la población activa han destacado dentro del escenario global de ralentización.