Opinión

La España repoblada

Mucho se habla estos meses de la España vaciada, la España rural y la periférica que por mor del desarrollismo iniciado en los sesenta del siglo pasado ha dejado vacíos nuestros pueblos y algunas de nuestras ciudades del interior.

El otro día leía un artículo sobre el impacto que tuvo la bicicleta en el siglo XIX sobre la independencia de las mujeres en la Gran Bretaña industrializada. Se explicaba cómo el uso de las bicicletas permitió mayor movilidad a todos, pero especialmente a las mujeres que por primera vez podían desplazarse de un pueblo a otro por sí mismas, sin depender de un varón que las llevase.

Si eso se dio en el siglo XIX, fenómeno parecido encontramos a mediados del siglo XX con la llegada del coche utilitario y/o de los autobuses y trenes que permitieron el éxodo de los pueblos.

Efectivamente, este proceso de continuo vaciado de nuestras zonas rurales y periféricas se veía venir y por ello, en 1992, en el diseño del Plan Estratégico de Aragón para el que contribuí en el ámbito de la educación, se exponía la necesidad de incentivar económicamente la residencia en los pueblos de los maestros y maestras que enseñaban en sus colegios.

Pero, no nos engañemos, en una sociedad cada vez más urbana, en la que todos preferimos tener un peor nivel de vida a cambio de poder tener más oportunidades de compra, de cultura, de salud, de educación y de relación, es muy difícil incentivar la permanencia de los habitantes en los pueblos en los que han nacido. No obstante, algo se puede hacer y esto pasa por una discriminación positiva; y, a mí, se me ocurren tres ideas. La primera, abandonar a través de los medios de comunicación el estigma de personas con poca cultura, pues hoy en día, probablemente encontremos más universitarios en nuestros pueblos que en nuestras ciudades, personas con mayor respeto, con más solidaridad y con más altos niveles de convivencia. La segunda, incentivar la permanencia en los pueblos de las personas nacidas en ellos a través de la oferta de puestos de trabajo subvencionados en las empresas y de funcionarios con un mayor salario, con el compromiso de permanecer 270 noches en ellos, tal como se hace el reparto de la tala en los montes comunales de Soria. Tercero, adaptando el currículo escolar a la zona rural; esto es, adaptando los libros de texto y las actividades académicas a la naturaleza de nuestros pueblos; pero, sobre todo, incentivando desde muy pequeños el emprendimiento y el cooperativismo en las escuelas para que obtengan unos puestos de trabajo suficientemente remunerados que no les haga atractivo salir de ellos.

Solo cuando toda la sociedad, urbana y rural, reconozcamos que la ocupación del territorio además de ser una oportunidad personal, con una mayor calidad de vida, es una oportunidad social, con mayor respeto al medio natural, conseguiremos hablar no de la España vaciada, sino de la España repoblada.