Opinión

Conversación de móvil

Al parecer, otros eran los tiempos en los que las conversaciones telefónicas se mantenían en el nivel de intimidad propio de la comunicación por el aparato en sí, que la tiene aunque no lo percibamos.

Hoy en día, la calle es el foro de comunicaciones por excelencia, y ya resulta difícil ver a alguien con el teléfono pegado a la oreja, pues lo más común es contemplar a los viandantes, con su móvil en acción, como una especie de apósito o prolongación a su barbilla adaptada.

Pero lejos de mí cualquier asomo de queja ante el cambio de costumbres. Simplemente, venía esto a colación, porque hace unos días, me encontré en la vía pública a una adolescente, con la que coincidí fugazmente en un paso de peatones de una avenida de la capital aragonesa.

La muchacha iba muy concentrada en su conversación de móvil. De hecho, tengo la certidumbre de que no era consciente, algo muy habitual por lo demás, del nivel de volumen con el que provocó, de forma involuntaria por mi parte, que me enterara del contenido, al menos durante los pocos metros que caminamos a la par. Y el contenido, lo que aquella muchacha refirió a su interlocutor, fue del siguiente tenor: “jo, he tenido un moratón en la pierna; un policía me dio con la porra, y no veas…”.

Y ya no escuché más, porque seguimos caminos distintos. Pero me quedé con la anécdota. Y me sorprendió, porque no tenía constancia de incidentes en la capital. ¿Intervendría la muchacha en los incidentes ocurridos en Barcelona? Muy joven me pareció. Aunque mucho se está comentando sobre la participación de gente menuda en este tipo de violencia. Y algo habrá que hacer en el ámbito familiar, de la educación, de las asociaciones… porque algo no se está haciendo como se debe, si es que hacemos caso a esta conversación de móvil.