Opinión

Guerra contra el plástico y directiva europea 2019/904

La guerra contra el plástico se ha desatado de manera total, es uno de los enemigos a batir en la contienda contra la contaminación y a favor de la salud del planeta y de todos sus habitantes.  En otros tiempos gran invento de la humanidad, hoy este todavía compañero inseparable en nuestras vidas parece batirse en retirada, pero sigue creciendo y  sobre todo con gran acumulación en mares y océanos donde llegan cada año más de diez millones de toneladas de basura plástica. Apenas un 30% de los plásticos se reciclan y los que no se reciclan tardan medio millar de años en descomponerse. Especial mención merecen los microplásticos, presentes en productos como muchos de higiene y limpieza,  que no capturan las depuradoras por su reducido tamaño y por lo tanto llegan a ríos y mares y se introducen en la cadena alimentaria con potenciales efectos dañinos para la salud.

En este contexto, la denominada economía circular y la estrategia de economía circular trata básicamente de que el valor de los productos y los recursos se mantenga el máximo tiempo evitando simultáneamente que se generen residuos.  Para ello se fomentan la reutilización y el reciclado en contexto de sostenibilidad y no toxicidad frente a los productos de un único uso.

El caso del plástico, sobre todo con los envases de un solo uso con sus crecientes residuos, también los ya comentados microplásticos,  repercusiones de degradación de playas y ecosistemas,  amenaza medioambiental ya no para el conjunto de mares y océanos sino también para la salud humana, lo sitúan en uno de los epicentros de atención económica, financiera,  medioambiental y sanitaria.

Así pues, no es de extrañar que la Unión Europea esté liderando grandes iniciativas legislativas y financieras para fomentar la disminución del plástico, prohibirlo en su caso e incentivar otros productos alternativos. Dentro de las iniciativas financieras de apoyo a la innovación y transición hacia un modelo más sostenible y saludable son de referencia los Fondos Estructurales y de Inversión Europeos, el  Fondo Europeo para Inversiones Estratégicas y el programa LIFE.

A nivel legislativo es destacable la Directiva (UE) 2019/904 del Parlamento Europeo y del Consejo del 5 de junio de 2019, relativa a la reducción del impacto de determinados productos de plástico en el medio ambiente. Esta Directiva que deben transponer y adaptar los diversos estados miembros se inscribe en la Comunicación de la Comisión del 2 de diciembre de 2015 que lleva por título “Cerrar el círculo: un plan de acción de la UE para la economía circular”.  En esta Directiva se insiste razonadamente en el grave problema que representan los productos de plástico de un solo uso y también las artes de pesca que contienen plástico, atentando de manera creciente a la salud humana, los ecosistemas y la biodiversidad, también se perjudica con los residuos el transporte marítimo, el turismo, la pesca y otras actividades.

Aunque la Directiva,  y supuestamente sus futuras transposiciones, está llena de muy buenas ideas, muchas veces con acusada falta de concreción, conviene estar vigilantes no vaya a ser que ocurra en parte como con el mercado de emisión de derechos de dióxido de carbono. En este mismo sentido habría que revisar el principio de que “el que contamina paga”, porque quizás la salud del planeta y las amenazas a la salud humana están ya al límite. Simplemente no podemos permitirnos contaminar ya mucho más, ni siquiera pagando ya que eso puede favorecer a contaminadores de gran potencia con muchos importantes intereses de por medio.

Previsiblemente el futuro inmediato tendrá que venir de la mano de empresas innovadoras y/o reestructuradas con nuevos materiales en contexto de economía circular.  Respecto a la concienciación de los consumidores no cabe duda de que se está avanzando bastante, pero quizás el mayor énfasis para acelerar la transición sea lo que la Directiva llama la “responsabilidad ampliada del productor”.  Por supuesto si queremos una transición justa e irreversible habrá que ir pensando en planes de viabilidad y reestructuración para un sector industrial, vinculado con el de los combustibles fósiles,  que esgrime el producto de plástico como de gran funcionalidad y costes bajos. Esperemos que no nos “pille el toro” como en el caso de las cuencas mineras ya que se puede crear mucho empleo pero también destruir parte de tejido industrial.