Esperando al karma

El inevitable fenómeno de la muerte ha tenido muchas proyecciones en el mundo del arte, en el de la música, en la literatura, en el cine y, por supuesto, en el teatro. En muchas ocasiones, desde una perspectiva lúgubre o dramática, pero en otras, como la presente, con un planteamiento rigurosamente cómico.

El pasado fin de semana se ha presentado en el Teatro del Mercado la comedia original de Yolanda Blanco ‘Esperando al karma’, dirigida por Ana García con la participación de la autora. El espacio escenográfico, sencillo pero bien resuelto con ayuda de las videoproyecciones, ha sido obra de Laura Sanz.

La obra, desarrollada en varios episodios concatenados y contrastantes, nos presenta a la doctora White en los últimos momentos de su vida. Cuando, tras un duro día de trabajo, está a punto de acudir a una cita amorosa con un misterioso personaje que se oculta bajo el seudónimo de Cupido 47, fallece repentinamente. Antes ha mostrado el día a día de su labor en el hospital, siempre con un talante dicharachero, un lenguaje cómico, su punto de crítica social y el intento de buscar la complicidad del público.

Es en esa segunda parte en la que, sin solución de continuidad, se sitúa en el más allá y crece el nivel de comicidad, aprovechando los recursos que el surrealismo de la situación le proporciona. El desarrollo del monólogo cómico es ágil, contrastado y de refinada ejecución por parte de la autora-actriz.

A pesar de la gravedad del tema y de las alusiones al controvertido asunto de la reencarnación, no se ahonda en las cuestiones filosóficas y humanísticas que abre esa posibilidad, sino que todo se enfoca en y se limita a sus elementos anecdóticos, sin otra intención que la de hacer pasar un buen rato a la audiencia. Propósito que se consigue, aunque quede una interrogación en el ambiente que cada uno de los espectadores puede desarrollar o no, a su alcance y conveniencia.