«Litus»: Cartas de un desconocido

Las películas que reúnen a un grupo de gente en un sitio cerrado pueden derivar en averiguar quien ha asesinado a quien o en que los participantes acaben analizando el momento de su vida en el que se encuentran, generalmente para acabar deduciendo que no han alcanzado aquello que se esperaba de ellos. Aquello que ellos mismos deseaban conseguir o que, a cierta edad, pensaban que acabarían obteniendo. Una historia que concluya diciendo que el éxito que creemos tener no es real. La sociedad en la que nos encontramos, basada en la apariencia, en la lucha por conseguir objetivos ( para otros), en el consumismo, no es una sociedad que a la larga nos proporcione paz, estabilidad y confianza en nosotros mismos.

Tenemos títulos ilustres en este campo. Clásicos como Reencuentro de Lawrence Kasdan, Beautiful girls de de Ted Demme o más recientemente Las Distancias de Elena Trapé son ejemplos sobresalientes de este género. Litus sería un título (muy) menor dentro de este grupo y encuadraría perfectamente con el clásico de los 80 del entonces gran director Kasdan. En este caso, un grupo de amigos se reúnen meses después del fallecimiento por suicidio de Litus. La cita es en la propia casa del amigo desaparecido, y lo que parece ser una reunión para recordarle se convierte en algo más serio, dado que el muerto dejó una carta de despedida para cada uno de los amigos.

Dani de la Orden, cuyos dos últimos trabajos ( El pregón y El mejor verano de mi vida) son dos comedias divertidas e intrascendentes, adapta la obra teatral de Marta Buchaca junto a la propia autora y no oculta apenas el origen del texto, eso si, encerrando a sus personajes en un inmenso apartamento de varios cientos de metros cuadrados ( una de los fakes del cine español, pensar que todos los españolitos de a pie podemos permitirnos vivir en unas chozas de este calibre). De esta manera puede mover la cámara con libertad y evitar que el espectador sienta el agobio de las cuatro paredes que impone la versión teatral. Los 85 minutos de metraje ayudan también.

Mi sensación al terminar de ver esta película es de insatisfacción. Y , ojo, en parte problema mio, pues esperaba un retrato generacional más real e intenso del que nos ofrece. La mencionada Las distancias destilaba ese pesimismo que deriva de comprobar que nadie hemos conseguido a nuestra edad los objetivos o la estabilidad que presumíamos alcanzar, en este caso, a punto de cumplir los cuarenta. Y que nuestros amigos no son ya aquellos seres inocentes e inconscientes que conocimos.

Quizás Marta Buchaca no ha pretendido ese objetivo. Y para ella lo principal era hablar de la impotencia que se siente cuando alguien que pretendías conocer se ha quitado la vida. ¿Podría haber hecho algo para evitarlo? ¿No escuché las señales de socorro? ¿Quizás fue mi culpa? ¿ Por qué me ha hecho esto, a nosotros? Es cierto que como telón de fondo se nos plantea el estado vital en el que se encuentran los invitados a esta “fiesta”, pero sobre todo se nos muestra su estado emocional relacionado con la muerte de Litus pero no su peripecia vital.

A esta incógnita sobre las razones de la muerte del ausente pero que está en boca de todos, los guionistas añaden un toque de thriller: las cartas del fallecido dirigidas a cada uno de ellos. Saber que pone en esas cartas y el efecto que el texto tendrá en cada uno de ellos, y si ello arrojará luz sobre las razones de su suicidio ocupa buena parte de la historia.

Entre medias, diálogos amargos, con un toque de humor sobre todo centrado en algún personaje que asume ese papel. Risas, lagrimas, reproches, discusiones en su mayoría, un tsunami de sentimientos encontrados y confusos de una generación a la que es imposible controlar su futuro. Al final, nos queda un drama ya visto en muchas otras ocasiones, que no ahonda en exceso en cuestiones mas intimas y personales, pero que proporciona un entretenimiento apoyado en el buen plantel de actores, todos conocidos, del panorama del cine y la Televisión española.

En resumen, una nueva vuelta de tuerca a la reflexión sobre la generación millenial con un 75% de drama y un 25% de comedia en forma de pieza teatral, interpretada irregularmente por un excelente plantel de jóvenes actores pero que se queda a medias en sus pretensiones, a pesar de que por su ajustada duración no peca de pretenciosa. Veremos si de la Orden va a más en sus próximos trabajos o esto es lo más que puede ofrecernos. www.habladecine.com

LO MEJOR: El monólogo de Quim Gutiérrez.

LO PEOR: La sobreactuación de Adrián Lastra.

VALORACIÓN:

Fotografía: 6

Banda Sonora: 7

Interpretaciones : 7

Dirección: 6,5

Guión: 6

Satisfacción: 6

NOTA FINAL: 6,42