Opinión

Arranca un nuevo curso

Ahora que, de manera inefable, ha comenzado septiembre, parece que otros inicios se dan cita de forma casi simultánea. Con sabor a nuevo, el curso académico, que se inaugura en breves, guarda ese calificativo de gran clásico de temporada. Que por extensión, se refiere también a otros órdenes de la vida social, política e, incluso, deportiva.

Y de ese curso académico fundante o prototípico, el relativo a los colegios de infantil que de él se deriva, ofrece el interés de tomar en consideración la cifra de niños y niñas matriculados en los centros educativos aragoneses. Y digo tomar en consideración, porque se trata de un número, de una cantidad, que nos habla de presente, pero también de futuro.

Del presente, porque es la imagen fiel de una sociedad cada vez más envejecida, que se ha hecho mayor, y eso es todo un mérito, pero que ha olvidado la importancia del relevo generacional, cuyo principal indicio se nutre de los nacimientos que se registran. Y hoy, desde hace ya alguna que otra década, se nace poco. Que es lo mismo que nacer insuficiente para mantener el ritmo de crecimiento en una sociedad que se autoproclama del bienestar.

Y como el presente no parece despertar la conciencia social del personal, dedicados como estamos a lo realmente importante, tal vez la predicción del futuro que nos aguarda consiga removernos, y nos emplace de forma ineludible con la adopción de medidas que palíen o que contribuyan a la resolución de esta situación endémica. Porque si caemos en la cuenta de que, de persistir en lo actual, nuestra posibilidad de futuro es más que remota, por no decir ilusoria, tal vez nos lo tomemos en serio.

La preocupación por la despoblación supone ciertamente un indicativo del interés social y de la agenda política con este asunto. Pero me resulta un acercamiento insuficiente. Hace falta abordar otro tipo de análisis y de propuestas. También impulsar cambios que, curiosamente, deben proceder de la educación y de los valores que se transmiten en las familias y en la escuela. Al fin y al cabo, donde estamos, es un resultado no casual. Y a la luz de lo que se ve, o se puede predecir, conviene transformar la realidad. De lo contrario, el futuro puede deparar incertidumbre. Y no conviene. Apasionante comienzo de curso.