La “Pilarica” exhibe un manto de 1.500 pajaritas de papel en su día como patrona de la Paz

El manto fue elaborado en 2007 por el Grupo Zaragozano de Papiroflexia
photo_camera El manto fue elaborado en 2007 por el Grupo Zaragozano de Papiroflexia

Cada 6 de agosto, la Virgen del Pilar evoca en su memoria una de las más trágicas historias de la humanidad. Como si de un viaje en el tiempo se tratase, la Pilarica retorna hasta la Hiroshima de 1945 para reivindicarse como Patrona de la Paz, vistiendo un especial manto de papel, conformado por más de 1.500 pajaritas. Y así, después de más de una década haciéndolo, ha vuelto a exhibirse este año en su templo de la capital aragonesa. Fue en 2007 cuando el Grupo Zaragozano de Papiroflexia propuso esta particular iniciativa. Desde entonces, a la Virgen se le elabora un “papiro-manto” para lucirlo en el Día de la Paz. Una fecha conmemorada internacionalmente en el aniversario de la masacre de Hiroshima, que se sucedió tras el lanzamiento, por parte de Estados Unidos, de la bomba atómica.

En palabras del creador originario del manto, organizador del evento y director del Museo de Origami de Zaragoza, Jorge Pardo, el proyecto viene a sumarse a los actos que tienen lugar en otros lugares del mundo, como el celebrado frente al monumento de la esperanza en la propia ciudad de Hiroshima. Allí, millares de personas colocan sus tsuru (grullas) de papel mientras piden un deseo, según inspira una milenaria leyenda. Aquí, simbólicamente, la virgen se viste con pajaritas azules y blancas para la ocasión.

Paralelamente, y aprovechando la fecha, a los pies de la Basílica, el Grupo Zaragozano de Papiroflexia organiza una serie de talleres para que pequeños, jóvenes y mayores se inicien en el arte del Origami y aprendan a crear simbólicas figuras. Entre ellas, las tradicionales grullas japonesas o las clásicas y occidentales pajaritas. El primer paso es sencillo: ajustar correctamente la atención para asimilar las indicaciones del educador, que se encarga de repartir decenas de papeles de colores, lisos o estampados. Después, llega lo complicado, pues, por muy dóciles que aparenten ser los animalillos de papel, su proceso de elaboración requiere de mucha práctica, unos cuantos –unos necesitan más que otros- intentos fallidos, y una buena dosis, según revelaban algunos participantes primerizos, de “atrevimiento y destreza”, siendo esta una necesaria virtud para la actividad papirofléxica. Aun así, el esfuerzo por un buen trabajo nunca estuvo mejor recompensado, porque cada una de esas pajaritas llevará en su imaginario vuelo un recuerdo y un deseo por la paz en el mundo.

Buenas expectativas para el Museo del Origami de Zaragoza

Desde hace algunos años, una corriente de incertidumbre atraviesa el día a día del Museo de Origami de Zaragoza, que amenazaba con cerrar. Sin embargo, su propio director ha afirmado que este año las cosas pueden estar a punto de cambiar. Según Jorge Pardo, se despliegan “buenas expectativas” en el horizonte, ya que la administración del gobierno local podría empezar a potenciar su actividad. También, se espera la colaboración de empresas tanto japonesas como españolas, interesadas en el mantenimiento del movimiento cultural de la papiroflexia. Además, existe una no remota posibilidad de que el Museo tenga su propia delegación en la museística ciudad de Málaga. Un nuevo y esperanzador escenario que podría llegar en uno de los momentos más “especiales” para el Museo, que cumple pronto tu 75 cumpleaños.