«Muñeco diabólico»: Un divertido entretenimiento...sin Mancini

© 2019 KatzSmith Productions − All right reserved.
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Actualización, modernización, lavado de cara. Términos muy en boga en el siglo XXI y que ahora han echado el ojo a la popular saga creada por Don Mancini en 1988, ‘Muñeco diabólico’. Mancini creó el personaje y poco tardó en consolidarlo dentro de esa icónica década de cine comercial como un producto diferente dentro del género de terror/slasher. Juguetona, divertida, sangrienta. Epítetos que siempre han ido de la mano de la obra del escritor. Una obra que inevitablemente fue perdiendo fuelle con el paso de las múltiples secuelas (hasta un total de siete películas) que nos fueron llegando hasta hace bien poco.

Por todo ello resulta francamente extraño que tengamos nuevamente un ‘Muñeco diabólico’ en el que no encontremos a Don Mancini por ningún lado. Ni como guionista, ni como productor ejecutivo ni tan siquiera como consultor. Y es que a pesar de que desde la MgM (productora y tenedora de los derechos de la película original) se le ofreció participar en uno u otro sentido, Mancini lo rechazó por despecho ya que el autor de este fabuloso thriller de terror con asesino y vudú incluidos estaba planeando una serie televisiva para la cadena SyFy en el 2020, proyecto este que desconozco si sufrirá de alguna modificación por el reboot que nos ocupa.

Lo cierto es que la película que ahora nos llega, dirigida por el noruego Lars Klevberg –quién tiene pendiente de estreno otra película de terror llamada ‘Polaroid’–, es francamente divertida y entretenida. Es una película que toma elementos de la original pero, como resulta habitual en este tipo de reboots aunque no siempre con el mismo acierto, toma elementos de la vida actual en contraposición a otros más propios de décadas atrás. Por ejemplo, el muñeco propiamente tiene un componente biónico domótico más en la línea de los tiempos actuales, o también contemplamos en el film una crítica a la precariedad laboral, al abuso y presencia casi omnipotente de las grandes compañías en nuestras vidas o incluso también el problema de la juventud con los móviles y su poca interacción física. Aspectos contemporáneos que todo film que se precie debe de implementar para no parecer con temáticas obsoletas. Además de todo esto, la película visualmente está muy cuidada. Tanto a Klevberg como a su director de fotografía Brendan Uegama no se les puede reprochar nada en absoluto: la ubicación de las cámaras –picados y travellings incluídos–, la utilización de luces y los colores saturados hacen que su visionado (independientemente del interés de cada uno en el film) sea francamente interesante. Incluso la fisionomía y fisicidad del propio Chucky –un punto este nada baladí– lo cumplen con nota ya que, aunque no posee el carisma del rostro del Chucky original, sí que se ‘palpa’ que es un muñeco físico y no un pegote con CGI tan habitual en los tiempos que corren.

Otro punto interesante reside en el punto cómico que desprende el film. La cinta original era gamberra pero con un tono más terrorífico, aquí sin embargo contemplamos como el tono cómico/divertido ha ganado terreno pero donde también hay espacio para el drama familiar/social y por supuesto el terror o incluso el gore, respirando todos los géneros en armoniosa convivencia. Esa versatilidad y variedad genérica viene de la mano que otorga un guionista tan interesante como Tyler Burton Smith y por la presencia de actores como Aubrey Plaza (Parks and Recreation o Legion) o Bryan Tyree Henry (Atlanta o El blues de Beale Street), aunque el rey de la función –Chucky claro está aparte- es la notable y poderosa interpretación del joven Gabriel Bateman (Nunca apagues la luz o Annabelle), un joven actor con rostro amable pero con capacidad para mostrar el sufrimiento y el pavor con gran facilidad.

Un film que además de mostrarnos una historia y una interesante evolución del muñeco en relación a lo que va aprendiendo de los niños y adultos –en continua ironía con nuestros comportamientos– está completamente sazonado de guiños (unos más evidentes que otros) a otros films como Frankenstein, Toy Story, Los Gremlins, La matanza de Texas 2 o E.T.

Recomendable y muy disfrutable con una estimable soundtrack a cargo del últimamente pluriempleado Bear McCreary y con la novedad de la voz de Mark Hamill como Chucky en la versión original en detrimento de la ya mítica voz de Brad Dourif en todas las películas anteriores.

www.habladecine.com

LO MEJOR: El tono crítico/cómico y la evolución de los personajes. Gabriel Bateman.

LO PEOR: Que quieras hacer demasiadas comparaciones en lugar de disfrutar de ella.

VALORACIÓN:

Banda sonora: 7

Fotografía: 7,5

Interpretaciones: 7

Guión: 7

Dirección: 7

Satisfacción: 6,5

NOTA FINAL: 7