«Un hombre fiel»: Despojarnos de las vestiduras emocionales

Por regla general la vida es mucho más sencilla de lo que nos pensamos, y somos nosotros, con nuestros actos, los que nos empeñamos en hacerla un poco más compleja y difícil, en añadirle un punto de dramatismo, que justifique un comportamiento que no resistiría un análisis racional. Probablemente en esta querencia por introducir en nuestra rutina diaria la emotividad y la teatralidad se encuentre la base de muchas expresiones artísticas, incluido claro está, el cine. Por esta razón llama la atención la sencillez de la propuesta de Louis Garrel, actor francés al que pudimos ver en el principio de su carrera en “Soñadores” (2003) de Bertolucci, y más recientemente en “Mal genio” (2017) y “Un pueblo y su rey” (2018), encarnando nada más y nada menos que a Jean Luc Godard y Robespierre, respectivamente. Sus trabajos como realizador, son sin embargo más escasos y menos conocidos, ya que se limitan a un film estrenado en 2015, “Los dos amigos” y esta nueva producción, “Un hombre fiel” que dirige a partir de un guión de Jean Claude Carrière, el colaborador habitual de Buñuel en su última etapa, en el que ha colaborado el propio Garrel.

Marianne (Laetitia Casta) rompe con Abel (Louis Garrel) porque está embarazada del mejor amigo de éste, Paul. Al cabo de los años sus destinos se vuelven a cruzar e intentan retomar su relación, pero ni la presencia de Joseph, el hijo de Marianne y Paul, ni la aparición de Eve (Lily-Rose Depp), la hermana de Paul secretamente enamorada de Abel desde que era una niña, les pondrán las cosas fáciles.

Un hombre fiel” es una sencilla historia de amor. O mejor dicho dos, narradas ambas desde tres puntos de vista mediante otras tantas voces en off que, sin llegar a constituir unidades narrativas independientes, se van mezclando para conformar los vértices de dos triángulos amorosos. La peculiaridad es que uno de ellos se completa con una presencia no física. Con habilidad el guión de Carrière y Garrel no materializa a Paul, aunque de una u otra forma el espectador puede entender que está presente en la persona de su hijo. Pero su misión en la trama va más allá de representar a su padre ausente. Joseph es quien hace reaccionar al personaje de Abel, sacándole de ese ensimismamiento en el que parece vivir permanentemente, cuando le hace ponerse en los zapatos de su progenitor para ver la vida desde su perspectiva. Siguiendo las enseñanzas de Atticus Finch, caminando con ese calzado llegará a conocer la verdadera naturaleza de sus sentimientos.

Viendo “Un hombre fiel” es inevitable acordarse de la Nouvelle Vague, y especialmente de uno de los héroes fílmicos de aquella corriente artística, el Antoine Doinel de las películas de Truffaut. Ese personaje parco en palabras y sonrisas, con una expresión meditabunda en su cara, revive en su etapa de niño en Joseph y como adulto en Abel. La influencia de aquellas películas de los Melville, Rohmer, Chabrol, Godard, y del ya citado Truffaut se deja sentir no sólo desde una óptica meramente estética, en la que destaca esa especial “mirada” entre realista y moral con la que ruedan, sino también, en esa visión desoladora de las relaciones humanas. La película de Garrel ahonda en la vinculación tan estrecha que existe entre el amor y la muerte. Eros y Thanatos se dan la mano prácticamente desde el comienzo del film, y están presentes en todas las conversaciones de sus protagonistas.

Aunque el uso de flash backs un tanto heterodoxos pueda contradecir lo expuesto sobre el influjo de la “Nouvelle Vague” en la película del joven realizador francés, ya que aquélla se caracterizaba por una narrativa realista, la utilización de ese recurso por parte de Garrel no debe distraernos de sus verdaderas intenciones: la exposición sincera y descarnada del ser humano a los efectos de una relación romántica y la descripción de cómo la insatisfacción y el abandono voluntario de la consciencia nos abocan a un estado de felicidad etérea.

En este particular homenaje de Louis Garrel a François Truffaut, no falta ni el detalle de que el personaje principal se llame igual que el de su anterior film, “Los dos amigos” (2015), como si estuviera retomando la historia del protagonista de éste, ni la reducción de cualquier artificio con el que pudiera adornarse al contar su historia. La mirada limpia de Garrel nos deja un relato sencillo y una reflexión sobre lo elementales, básicas y primarias que son las relaciones entre hombres y mujeres.

TEXTO: Alberto Garrido

LO MEJOR: La química entre Laetitia Casta y Louis Garrel (pareja en la vida real), una combinación perfecta entre la luminosidad de la sonrisa de ella y el hieratismo del rostro de él.

LO PEOR: La repetición del gag del restaurante. Innecesaria

VALORACIÓN:

Fotografía:8

Banda Sonora: 6

Interpretaciones: 7

Dirección: 7

Guión: 8

Satisfacción: 7

NOTA FINAL: 7