«Cambio de reinas»: Una arriesgada jugada de ajedrez

Suele ocurrir que algunas obras de arte de la historia de la pintura son, además, auténticas lecciones de historia, o al menos reflexiones históricas sobre una época. Es lo que sucede por ejemplo con “La rendición de Breda”, del maestro Velázquez, o el célebre “Guernica”, de Picasso. En ambos casos al valor estrictamente artístico de los lienzos podemos añadir un plus didáctico que aporta una enseñanza o una reflexión sobre el horror y el sinsentido de la guerra. Este fenómeno también se da en el cine. La última película del director francés Marc Dugain, ”Cambio de reinas”, tiene mucho de clase magistral sobre un momento dado de la Historia, aunque dista mucho de la excelencia de las dos obras maestras de la pintura citadas.

En 1721 los reinos de Francia y España están cansados del esfuerzo bélico de la Guerra de Sucesión que ha llevado al trono español al primer Borbón, Felipe V de Anjou (Lambert Wilson). Para llevar la paz y la estabilidad al escenario europeo, el rey español acuerda con el duque de Orleans (Olivier Gourmet), regente francés, un doble matrimonio: por un lado, el Príncipe de Asturias, futuro Luis I, se casará con Luisa Isabel de Orleans, la hija del propio regente, y por el otro, Luis XV, el monarca francés, hará lo propio con Mariana Victoria, a su vez hija del soberano español. El intercambio de princesas muy formal y ceremonioso se producirá en la isla de los Faisanes, un pequeño territorio en el cauce del río Bidasoa que marca la frontera entre España y Francia. Después llegará la difícil adaptación de una niña de 4 años y una adolescente de 12, arrancadas del seno familiar, a una corte extraña que las recibe con muestras de recelo y desconfianza.

Dugain adapta una novela de Chantal Thomas que “ficciona” (permítaseme el palabro) un hecho y una época fundamentales en el devenir histórico europeo, con cambios dinásticos y otros movimientos en los tronos que anticipaban las revoluciones que vendrían unos años más tarde. Y como toda ficción histórica es inevitable rellenar los huecos sobre hechos desconocidos con detalles que surgen de la imaginación de sus autores. En este sentido el guión de “Cambio de reinas”, firmado por el director y la novelista, es muy respetuoso con lo que la Historia ha contado tradicionalmente sobre la personalidad de los protagonistas de la película, sobre las motivaciones de los monarcas o sus validos, sobre el papel de las mujeres en la Corte, etc. Quizás demasiado respetuoso.

Por supuesto que es muy interesante el tratamiento tan realista de Dugain acerca de cómo se enfrentan las jóvenes objeto de este intercambio (frecuente en la época) a la dura realidad de una familia extraña y desconocida para ellas, o cómo descubren la sexualidad los protagonistas de la película, e incluso la religiosidad extrema del rey español Felipe V (por no hablar de otros detalles más escatológicos). Pero se echa de menos una chispa de genialidad, un gramo de locura, camuflado en alguna digresión histórica, que haga de “Cambio de reinas” algo más que una brillante lección de historia.

Irremediablemente surge la comparación del trabajo de Dugain con la reciente película de Yorgos Lanthimos, “La favorita”, puesto que ambas se desarrollan en la misma época y los personajes de las dos interaccionaron durante aquellos años. Pero las similitudes entre las dos se agotan ahí. Nada tiene que ver el papel de las mujeres en uno y otro film. Mientras que en la película del director griegos existe un auténtico poder femenino, enfrentado entre sí y con algunos representantes de los dirigentes masculinos, pero con una fuerte caracterización y un sentido práctico de la vida eminentemente británico, las protagonistas de “Cambio de reinas” y otros personajes secundarios como la abuela de Luisa Isabel (Andréa Ferréol) o el haya de Luis XV (Catherine Mouchet), son meras observadoras de lo que ocurre, sin el menor atisbo de que puedan tomar parte en el juego político que se desarrolla a su alrededor. Con todo demuestran más entereza de carácter que la mayoría de los hombres que las rodean.

Las diferencias entre los films de Dugain y Lanthimos van más allá del plano argumental. En “La favorita” la fotografía destaca por su capacidad de sorprender, divertir o extasiar al espectador. No le deja indiferente y es coherente con el tono a medio camino entre el drama histórico y la comedia bufa que nos regala Lanthimos. Por el contrario, Dugain opta por una realización más tranquila y reposada, con una espléndida fotografía, pero mucho más fría y academicista. Tal vez la opción de una cámara más sosegada, y de planificación más clásica, sea la idónea para ejercer una crítica sobre esa “cosificación” de la mujer tan presente en aquella época y que en algunos sectores de nuestra sociedad persiste.

Entre los muchos aciertos de “Cambio de reinas” está el haber conseguido mantener el interés en una historia que, a causa de la gran cantidad de personajes que intervienen y por esa estructura narrativa en paralelo de lo que ocurre en cada una de las dos cortes en las que transcurre la acción, podría haberse disgregado en una serie de relatos o anécdotas faltas de coherencia y de un significado interno único. Dugain consigue solventar ese escollo para hacer de su película un entretenimiento muy digno, de esos de los que sales más sabio que al entrar, o por lo menos con ganas de ampliar cultura, que no es poco.

TEXTO: Alberto Garrido.

LO MEJOR: La capacidad de hacernos reflexionar sobre otras épocas y otros momentos históricos y poder compararlas con las actuales.

LO PEOR: La frialdad que respira el conjunto

VALORACIÓN:

Fotografía:7

Banda Sonora: 7

Interpretaciones: 8

Dirección: 6

Guión: 7

Satisfacción: 7

Nota final: 7