La Semana Teatral: No me olvides y Alucine

Claro contraste entre el drama con ribetes cómicos, más bien amargos y sarcásticos, de ‘No me olvides’, y la ceremonia mágica, amable, y distendida de ‘Alucine’.

NO ME OLVIDES

En el Teatro de las Esquinas se ha presentado la obra ‘No me olvides’, una dramatización nacida de la novela de Manuel Chaves Nogales, que desarrolló en varias de sus obras la situación derivada de la revolución rusa de 1917. En este caso relata las peripecias de una pareja de bailaores flamencos que, al inicio de la Segunda Guerra Mundial, en 1914, deciden abandonar París, donde actuaban en cabarets, y dirigirse a Rusia, pensando que allí, en un país tan extenso, los efectos de la guerra serán menos perceptibles. Antes pasan por Turquía, de donde también huyen a través de Bulgaria y Rumania.

Una vez establecidos en el país que acaba de iniciar su revolución social y política, transitan de una ciudad a otra soportando los avatares de la contienda, que son vertiginosos. La ciudad de Kiev, por ejemplo, cambió de manos una veintena de veces entre las diversas facciones en conflicto: mencheviques, bolcheviques, alianza verde, rusos blancos y demás banderías que se enfrentaron durante la guerra civil subsiguiente a la caída de los zares.

En la representación, aparece como figura relevante Trotsky, pronunciando un discurso ante sus partidarios.

Todas estas peripecias conducen a una cierta confusión escénica, porque seis de los ocho actores desarrollan hasta 30 personajes distintos, algunos con mayor eficacia que otros, destacando los papeles de Pablo Rivero como idealista revolucionario francés y comisario bolchevique, y de Piñaki Gómez en sus diversas intervenciones. Los ejes del espectáculo son Alfonso Lara, que además lo dirige, personificando al cantaor burgalés Juan Martínez, y Pepa Rus, su pareja artística y sentimental, un contrapunto narrativo más abonado a la realidad que el idealista marido, bamboleado por las alternativas políticas y escapando de su situación permanentemente, porque es acusado de burgués, judío, bolchevique y contrarrevolucionario.

La acción es prolija, las situaciones cambiantes, la escenografía simbólica con puertas que se abren y cierran, con personajes a veces amenazando en la penumbra. Todo ello viene ensamblado con un juego de luces expresivo y una banda sonora que envuelve las oscilaciones narrativas. En conjunto se trata de un mosaico de elementos, de un retablo con reminiscencias brechtianas y valleinclanescas, en el que también se deslizan ideas políticas y planteamientos filosóficos, así como algunos momentos cómicos que alivian la situación tensa y abigarrada en la que se desenvuelve todo el drama.
ALUCINE

Como conclusión del Tercer memorial ‘Pepe Carroll’, que se ha celebrado en el Teatro del Mercado durante la pasada semana, el domingo 27 presentó su espectáculo ‘AluCine’ Miguel Puga, conocido como ‘MagoMigue’, un ilusionista granadino de gran prestigio y larga trayectoria. Es uno de los pocos españoles, junto con Arturo Ascanio, Juan Tamariz y Pepe Carroll, que han conseguido el título mundial de Cartomagia.

Hace ya quince años lo obtuvo este artista que toca todos los palos, desde los grandes montajes del ilusionismo al mentalismo, practicando también el escapismo y trabajando con toda clase de materiales, recursos y métodos, excepto los que tengan que ver con los animales.

Miguel Puga defiende la magia como uno de los grandes géneros del arte escénico y afirma que es anterior al propio teatro, una práctica antiquísima de la que quedan testimonios documentales, incluso en la época prehistórica. Asegura que los magos son auténticos artistas en el sentido pleno de la palabra y aboga por la defensa de su actividad como algo más allá del puro entretenimiento.

El espectáculo presentado el domingo, día 27, fue un homenaje al séptimo arte que, hace más de un siglo, poco después de inventarse tecnológicamente, pasó a desempeñar un importante papel en la vida cultural de la época.

Su propuesta se focalizó en George Méliès, que fue pionero en combinar el mundo de la magia con la pantalla. A lo largo de su actuación fue contando episodios de la vida del artista francés, aderezados con proyecciones suyas y de otros magos que proyectaron su arte a través del cine.

El espectáculo resultó muy entretenido, con la participación de varios de los asistentes, ratificando una vez más que el arte escénico tiene muchos vectores, entre ellos el de la magia blanca, poética y amable que practica Miguel Puga.