Tres espectáculos de alta densidad han ocupado los escenarios zaragozanos durante la pasada semana.

"Mundo Obrero", "El Coronel no tiene quien le escriba" y "Adiós Arturo"

Tres espectáculos de alta densidad han ocupado los escenarios zaragozanos durante la pasada semana.

ADIÓS, ARTURO

El primero, por orden cronológico, ha sido la esperada reaparición de La Cubana en su comedia ‘Adiós Arturo’, con guión y dirección de Jordi Milán. Todo un prodigio de precisión actoral con una escenografía impresionante y un desarrollo frenético.

La muerte de un relevante personaje, Arturo Sirera Mompou, provoca un duelo en el que una catarata de personajes famosos, que convivieron con él o participaron en sus actividades, van desfilando por el escenario rindiendo su homenaje póstumo en un ambiente alegre que ha sido así dispuesto por el finado.

Esta primera parte del espectáculo, en la que predomina el jolgorio, es seguida por una segunda, paradójicamente anterior, también con ribetes cómicos, pero de contenido crítico. Corre a cargo de los herederos de Arturo, que unos días antes de su muerte ya han planificado cómo repartirán sus bienes.

Magnífica la ambientación, bien planificada la participación del público, muy precisas las interpretaciones de los diez actores principales y de la docena de ‘extras’ en papeles secundarios para completar un trabajo de excelente factura, que satisface a un público que sigue llenando el Teatro Principal hasta el próximo día 20.

MUNDO OBRERO

En el polo opuesto, en cuanto a escenografía, la obra de Alberto San Juan, ‘Mundo obrero’, dirigida por él mismo e interpretada por Pilar Gómez, Luis Bermejo, Lola Botello y el propio autor, también llenó el Teatro del Mercado. El argumento, de gran calado, trata de resumir la trayectoria política del siglo XX y los comienzos del XXI desde la óptica de la disidencia.

La problemática de la clase obrera es expuesta con crudeza en una interpretación eficiente por parte de los cuatro actores, destacando la vis cómica de Luis Bermejo en los pasajes en los que el texto se desliza hacia episodios divertidos, pero sin embargo conexos con la trama principal.

Una pareja, Pilar y Luis, replican sus genes y se sucede desde los albores del siglo XX hasta el presente como una saga que se mantiene siempre en la pobreza y el combate. Hay un alegato constante en favor de la libertad y contra la opresión, rechazando la violencia del poder constituido. Las represalias y las penalidades se repiten. Todo resulta un tanto precipitado, fragmentario y esquemático.

La escenografía es austera al máximo y la obra cuenta con un espacio sonoro generado básicamente por los actores con temas de Santiago Auserón, que recuerdan en tono y estilo más a la Nueva Canción Chilena que a las músicas propias de la resistencia española. Hay un final feliz, porque la pareja actual de Pilar y Luis finalizan la acción bailando.

EL CORONEL NO TIENE QUIEN LE ESCRIBA

El Teatro de las Esquinas ha ofrecido en reestreno la versión dramática de una de las primeras novelas de García Márquez, en una versión de Natalio Grueso, dirigida por Carlos Saura, presente en la sala, que fue estrenada el pasado viernes, día 11, en el Auditorio de Huesca, que desde ahora llevará el nombre del famoso director oscense.

La versión es muy respetuosa con el texto original, aunque se han añadido algunos diálogos para reforzar la situación de desamparo en la que viven los protagonistas, interpretados de forma genial por Juan Diego, como el coronel, y Cristina de Inza, como su esposa asmática. No se hace alusión al mar, sino más bien se actualiza el entorno original haciendo figurar al correo aéreo como vía de comunicación de una carta que nunca acaba de llegar.

La escenografía es simple, completada con unos magníficos diseños del propio director que van situando la acción mediante proyecciones en el fondo del escenario. Actuaciones sobresalientes las de los dos protagonistas y suficientes por parte de los tres actores secundarios, David Pinilla, Fran Calvo y Marta Molina, esta en doble papel, como cartera y como esposa del desaprensivo cacique don Sabas.

Por señalar un detalle a mejorar en próximas actuaciones, convendría que todos los personajes mantuvieran cierta homogeneidad fonética, en cuanto al acento ‘caribeño’ utilizado, que coincide con la música ambiental propia de Colombia y México, siendo la ranchera ‘Que te vaya bonito’, original de José Alfredo Jiménez, el leit-motiv.

Esta versión teatral se añade a la cinematográfica que hace 20 años hizo Arturo Ripstein en México. Una nueva versión para la escena ya se prepara con otros protagonistas para presentarla en Nueva York el próximo mes de febrero.