El crepúsculo de los héroes

Como si un western crepuscular de mediados de los 70 se tratara ‘Logan‘ emerge en el panorama cinematográfico para dar fin a la trilogía protagonizada por el carismático y genial Hugh Jackman en el papel de Lobezno, Wolverine, Arma-X, Logan o como quieran ustedes denominarlo. Punto y final a casi veinte años de interpretación de un personaje que le ha aportado una fama mundial y un reconocimiento pero también –para que negarlo– cierto cansancio (la edad no perdona a pesar de conservar una forma absolutamente envidiable) y hastío.

No les negaré la carga sentimental que para mi representaba el film (algo que creo es conveniente que conozcan de antemano), sin embargo también les diré que esa debilidad emotiva que pudo aflorar en su visionado se vio combinada también con la alta exigencia de quien conoce en profundidad la temática que toca o la historia que se nos cuenta –de ahí mis decepciones anteriores–. La figura de Logan ha dejado una importante marca en mi infancia, una huella de tiempos felices y alejado de preocupaciones en los que el mutante de esqueleto de adamantium ocupaba un lugar privilegiado. Ello hacía que este supuesto epílogo futurista (un movimiento inteligente por parte de Fox el dejar mucho espacio temporal entre las últimas historias conocidas y la narrativa semi apocalíptica aquí contada) requiriera de un film que estuviera a la altura del personaje y también –porque no– del actor que tan bien ha encarnado a dicho icónico personaje.

Logan’, distribuida por la 20th Century Fox es la décima entrega englobada en la saga ‘X-Men’ y la tercera y última en la serie de películas centradas en el personaje de Lobezno. El film –dirigido de nuevo por James Mangold (como ya hiciera con ‘Lobezno inmortal’)– posee un guion escrito a seis manos entre el propio Mangold, Scott Frank y Michael Green, y está basado en un texto de Mangold inspirado a su vez en la novela gráfica de Mark Millar y Steve McNiven Old Man Logan.

La película nos muestra un futuro próximo, más detalladamente en el 2029. Un futuro complejo en el que los mutantes están casi extinguidos de la faz de la tierra gracias a la ausencia de nacimientos mutantes en los últimos 25 años y a la persecución de estos por los humanos y las autoridades competentes. En ella vemos a un Logan decrépito, ex componente de los X-Men y chófer eventual que malvive consumido por el alcohol, los dolores y la cada vez mayor ausencia del popular factor de curación; todo ello a causa del envenenamiento que su cuerpo padece con el paso de los años de la implantación del adamantium en su cuerpo. Vive oculto en una fábrica abandonada junto a Calibán (antiguo villano con poderes como rastreador de mutantes con la particularidad de su albinismo), quienes a su vez ocultan y cuidan de un anciano Profesor Xavier con problemas neurodegenerativos que provocan serios dislates de control sobre sus habilidades telepáticas. Logan, quien tiene una subsistencia a base de fármacos, recibe por sorpresa un último encargo: tratar de llevar a una misteriosa niña al borde con Canadá con el objetivo de evitar así su captura (no daré más detalles para evitar los spoilers).

Sin duda nos plantamos delante de una historia distópica con aroma a western. Una historia crepuscular en forma de road movie que nos muestra al clásico héroe que lo ha sido todo y está completamente acabado por unos u otros motivos. Ciertamente la ambientación es retorcidamente acertada: escenarios desérticos en su bloque principal que ponen de manifiesto la situación de los protagonistas mientras asumimos que la vida en la tierra parece inalterable para los humanos. El impacto que produce ver a Logan en ese estado y –sobretodo– al Profesor Charles Xavier es francamente impactante. Nos cuesta –a los más fans de los personajes– ubicarnos y entender la realidad a pesar de la intuición previa o de los nocivos trailers que efectivamente nos presentan una realidad muy cercana al crepúsculo de los héroes. De los superhéroes en este caso.

El tempo narrativo del film resulta acorde a sus personajes, cansino por momentos para activarse frenéticamente en otros. Irregular y a saltos, como el ritmo de nuestros cansados y avanzados en edad protagonistas. Estos y otros factores provocan sin embargo que entremos pronto en situación y captemos la amargura de unos y otros, algo para lo que Mangold se apoya con asiduidad en las también irregularmente rítmicas composiciones que Marco Beltrami ha realizado para la ocasión.

Lo cierto es que a James Mangold se le pueden achacar cierta falta de garra en algún momento o incluso de falta de valentía en otras determinadas situaciones pero considero un enorme acierto la creación de una laguna temporal entre la línea que siguen las historias de los X-Men y el momento en el que se desarrolla esta historia. Dicho salto y dicho vacío argumental facilita por un lado cumplir el deseo de Hugh Jackman sobre el término de su papel, así como el hecho de dejar vía libre para la aparición de una o varias películas que se desarrollen entre ambos momentos temporales o también la posible futura continuación de la historia que concluye aquí.

Además de ser la ‘última aventura del héroe acabado’, Logan reflexiona sobre la esencia del mal, sobre el carácter del asesino y la compleja integración de un alma salvaje en una cultura civilizada. El choque entre la parte animal y la parte humana de Logan que tan presente ha estado en toda su historia desde su primera aparición en el #180 de El increíble Hulk (1974); un debate moral que explica su comportamiento y para el cual se apoyan narrativamente Mangold a través de la inclusión de escenas de la notable ‘Raíces profundas’ de George Stevens con Alan Ladd y Jack Palance en pantalla. También el film desprende un aroma crítico hacia la política excluyente y separatista de algún líder político actual a través de la situación de persecución que los mutantes sufren en el film. ¿Guiño anti Trump?

El film no es perfecto ni se parece al Caballero Oscuro de Nolan (no tiene tamaña profundidad ni tan excelso libreto) pero sí que resulta un pasatiempo mucho más adulto y complejo alrededor del universo de los superhéroes. Más adulto no sólo en su mensaje sino también en cuanto a su contenido violento: ‘Logan’ da un paso más allá no siendo recomendable para niños habituados a las ya clásica blancas películas Disney/Marvel. Si había un personaje –Deathpool aparte– que ayudara a dar ese salto violento ese era el malhablado y salvaje Lobezno firmando un glorioso epílogo.

No me quiero despedir simplemente recomendando su visionado para fans y no tan fans del universo Marvel, sino que antes quiero hacer mención al casting principal del film (un caracterizado Patrick Stewart y la presentación de una estupenda Dafne Keen), con evidentemente especial mención para a la interpretación de Hugh Jackman: un actor con gran carisma, capacidades atléticas, experiencia en Broadway que canta y baila, que presenta Oscars con la misma soltura que interpreta a este animal encerrado en cuerpo de hombre. Un actor de grandísimo nivel que no da la espalda al fan y al que quiero rendir homenaje con estas líneas.

Texto: Alfonso Asín.

Lo mejor: Poder contemplar a Hugh Jackman como Lobezno por última vez. Las espectaculares escenas de los descontroles de Xavier. La inteligencia a la hora de la temporalidad de la historia. El cambio físico y de maquillaje de Jackman para su doble papel.

Lo peor: Quizás el personaje merecía un mayor detenimiento sobre los motivos de su deterioro. La trama comienza bien pero pierde fuelle al llegar a su espectacular desenlace.

VALORACIÓN:

Banda sonora: 6

Fotografía: 7,5

Interpretación: 8

Dirección: 6,5

Guion: 7,25

Satisfacción: 8

NOTA FINAL: 7,2